un amor fuera de este mundo

 Un amor fuera de este mundo
México
Densas aguas de un azul intenso bañan la costa. Al fondo,
la sierra es la gran observadora de lo que ocurre en la orilla.
Acapulco de Juárez, tierra de historia y placeres, fue testigo
silente de un extraño acontecimiento.
No hace mucho tiempo, un grupo deestudiantes recién
salidos de secundaria llegó desde la capital mexicana a pasar
las vacaciones de fin de curso. Felipe, Samuel y Carlos habían
estudiado juntos desde pequeñitos y se sentían muy contentos
de poder disfrutar de un viaje como ése. La misma noche que
llegaron, decidieron visitar la discoteca de moda.
¿Estás seguro de que se llamaLa flor del Pacífico?
­preguntó Samuel un poco dudoso.
―Sí, estoy seguro. Lo confirmé en el hotel ­respondió Felipe
fastidiado­, así que llamemos un taxi para irnos de una vez.
Los tres debieron hacer una larga fila para poder entrar en
el lugar. Pero cuando lograron hacerlo, se encontraron con un
espacio enorme, lleno de música, luces y algarabía
―Voya buscar un refresco, ¿alguno quiere? ­pregunto
Carlos.
―Sí, yo quiero uno ­contestó Samuel
―Yo también quiero ­dijo Felipe.
―Está bien, espérenme aquí que ya regreso ­dijo Carlos.
Entre empujones, Carlos pidió los tres refrescos.
Mientras esperaba, vio a una muchacha muy linda, que
estaba sola en la barra. Le pareció muy raro que noestuviera
con nadie y decidió buscarle conversación.
― ¿Estás sola?
― Sí, hoy vine sola. Mis amigas no tenían ganas de salir
­contestó la muchacha.
― ¿Cómo te llamas? ­le preguntó Carlos.
― Magdalena.
Carlos miraba a la joven como encantado. Le parecía muy
linda y, no sabía bien por qué, sentía la necesidad de quedarse
conversando con ella.En una de las pistas de baile, Samuel y Felipe esperaban
que Carlos regresara. Como tardaba mucho, decidieron ir a
buscarlo. Al llegar a la barra, lo encontraron conversando con
la muchacha.
― Nosotros esperándolo y él desentendido ­comentó Felipe
un poco molesto.
― Bueno, déjalo ­dijo Samuel­, que aproveche su buena
suerte.Magdalena y Carlos, como alejados de todo, no se
percataron de que los muchachos los observaban. Casi al
amanecer, se despidieron y acordaron encontrarse al día
siguiente en el mismo lugar.
― ¿Por qué no nos vemos en la playa? .preguntó Carlos
― Mañana no puedo ir a la playa. Nos vemos aquí, seguro,
en la noche ­dijo Magdalena antes de marcharse.
Al díasiguiente, Carlos parecía distraído. Felipe y Samuel se
divertían burlándose del amigo “enamorado”.
En la noche, Carlos decidió ir solo a la Flor del Pacífico. Sus
amigos se molestaron un poco, pero finalmente hicieron planes
aparte.
En el mismo lugar de la noche anterior, estaba Magdalena.
El muchacho se acercó, y nuevamente se pusieron a conversar
de toda la vida.A los dos les gustaba la misma música, las mismas
películas, ambos eran de la capital y frecuentaban los mismos
lugares.― ¡Qué raro que no nos hayamos conocido antes! ­dijo
Carlos.
― Tal vez debíamos conocernos aquí, en Acapulco ­le
contestó Magdalena con un tono misterioso.
Nuevamente, casi al amanecer, se despidieron, aunque
el tiempose les había pasado volando. Magdalena tampoco
iría a la playa al día siguiente, pues tenía que cumplir “con
algunos compromisos”. Carlos se sintió desanimado. Le
hubiese gustado mucho compartir con ella los placeres del
mar, pero prefirió no decir nada. Quedaron en verse la noche
siguiente.
Así pasaron los días. Samuel y Felipe estaban muy...