Un cafe con sal Megan Maxwell
Portada
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Notas
Sobre la autora
Créditos
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Capítulo 1
En Madrid, en el hotel Villa Aguamarina, se celebraba el quincuagésimo
aniversario de su apertura.
La cocina del establecimiento funcionaba a un ritmo infernal. Los cocineros
terminaban sus minimalistas creaciones dispuestos a deleitar a todas laspersonas que
lo pasaban bien en el evento, mientras los camareros sacaban sin parar una bandeja
tras otra.
—Hummm, qué rico... ¿Esto qué es? —preguntó Lizzy a Triana.
—Ternera blanca con chocolate. ¿A que está bueno? —La joven asintió a la vez
que se metía un trozo en la boca; su amiga la reprendió—: Vamos, deja de probarlo
todo, que te van a pillar.
—Dios..., está riquíiiiiiiiiiiisimo.
En esemomento uno de los encargados abrió una puerta y se quedó mirando a las
dos chicas. Con celeridad, ellas pasaron junto a él y, cuando éste se alejó lo
suficiente, Triana murmuró:
—Te lo dije... Te advertí de que te iban a pescar.
Al escuchar aquello, Lizzy sonrió. Tragó con rapidez y salió al salón dispuesta a
repartir aquel estupendo manjar.
Lizzy era relativamente nueva en aquel hotel, aunque no enese trabajo, y atendía a
todos los comensales con una bonita sonrisa en el rostro. Por norma ni se fijaban en
ella. Sólo se centraban en la bandeja que llevaba en las manos y en comer, comer y
comer, como si el mundo se acabara o en su casa no hubiera nada en la nevera.
Cuando la fuente ya estaba medio vacía, al volverse vio a un hombre con un traje
gris oscuro que escuchaba muy concentrado loque otro comentaba.
Era alto, de pelo oscuro, elegante en su manera de vestir y con unos sensuales
rasgos masculinos, aunque para su gusto, demasiado serios.
Durante un buen rato lo observó mientras se preguntaba si sabría sonreír.
Poco después, y sin querer evitarlo, Lizzy pasó innumerables veces por su lado,
con la esperanza de que lo hiciera, pero él no lo hizo ni en una sola ocasión, y ellaregresó a las cocinas. Parecía incómodo entre la gente.
Tras salir de nuevo a la sala, cargada con otra bandeja, esta vez de minirrollitos
de primavera, se acercó con decisión a él. Sorprendentemente, el amigo del hombre
elegante le guiñó un ojo con complicidad para llamarla y la muchacha se acercó con
la fuente para ofrecerles su contenido.
Con una sonrisa se sirvió un rollito, mientras que elcaballero que a Lizzy le atraía
ni siquiera la miró, ni tampoco cogió nada de la bandeja. Eso la desmoralizó y,
cuando se alejaba, oyó que el amigo, risueño, comentaba:
—Es mona la camarera, ¿no crees?
Eso la hizo sonreír. ¡Se habían fijado en ella!
Su nuevo y moderno corte de pelo, rapado por un lado de la cabeza y largo por el
otro, estaba causando furor entre sus colegas, pero su sonrisa se congelócuando
escuchó una voz ronca que decía en español con cierto acento inglés:
—Es una niña; además, no es lo suficientemente bonita ni interesante como para
estar intrigado por ella, y menos con ese corte de pelo.
Lizzy se detuvo.
¡Sería idiota el tío!
Quiso darse la vuelta y estamparle la bandeja de rollitos en la cara a aquel
estúpido prepotente por haberla hecho sentir fea y poca cosa. Pero nodebía. Si lo
hacía, lo más probable era que perdiera el trabajo y lo necesitaba. Sólo llevaba
contratada allí dos meses y le gustaba el ambiente laboral.
—Lizzy... Lizzy... —la llamó Triana sacándola de su enfado—. Vamos..., vamos,
que tenemos que sacar el champiñón o esta gente se nos comerá por los pies.
Olvidándose del desafortunado comentario de aquel tipo, la joven apretó el paso,
terminó de...
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