Un conocido
Ana Alexandrovna Karavaieva
Apoyadas en la pared de un henil, junto a la carretera, dos muchachas buscaban refugio contra la lluvia.
-Es inútil esperar – dijo una de ellas, rubia, tocada con boina roja -. ¡Tenemos lluvia para todo el día!
-No pasa ni una triste camioneta; ni que fuera un castigo… Podríamos pedir que nos llevaran -prosiguió contrariada su amiga, pelirroja,fea, que se cubría la cabeza con un pañuelo a cuadros, a la moda.
-¡Mira, Tonia, mira! -exclamó de pronto, vivamente-. ¡Un coche! ¡Sale del bosque y tuerce por la carretera, hacia aquí!
-¡Madre mía… es un conocido, Katia!
-Mejor. ¿Por qué te disgusta? – repuso su amiga, sorprendida.
Tonia hizo un gesto de mal humor y añadió:
-Para ti es fácil hablar, pero a mí me ha ocurrido con él unahistoria desagradable. Tú hace poco que vives por aquí y hay muchas cosas que aún no sabes.
-¿Qué historia es ésta, si no se trata de un secreto? – preguntó Katia.
-¡Bueno está el secreto!… Todo el mundo sabe que estuvimos a puntos de casarnos, que nos habíamos prometido. Entonces acabó la guerra y muy pronto regresó Seriozha… el que había sido mi novio…
-¿Cómo te metiste en un lío semejante?– le reprochó la amiga.
-Que quieres que te diga… fue así… -contestó Tonia, suspirando cohibida-. Se recibió carta de un camarada de Serguéi, del frente. Decía que Serguéi había perecido. Se lo escribió a la madre. Todos lo lloramos, mas… pasó el tiempo y volvió hecho un héroe… Y hemos seguido siendo novios, como antes… Ya llega mi conocido… En mala hora nos hemos puesto aquí… ¡Qué lata! Uno delos coches del Comité del distrito avanzaba dando saltos por la carretera, negra como el alquitrán, erosionada por las lluvias. El chofer se asomó por la ventanilla y gritó, jovial:
-¡Tonia, Tonia! ¿Qué haces ahí, mojándote? … ¡Subid, os llevaré!
-A lo mejor no vas por nuestro camino… – balbuceó Tonia indecisa -. Nosotras tenemos que ir a Kúzovlevo… Para ti sería un rodeo.
-Es poca cosa. Novale la pena hablar de ello. Subid, subid.
La amiga se sentó detrás; Tonia, al lado del chofer. Este la miró de soslayo y le puso sobre los hombros su chaqueta de cuero.
-Te has quedado helada, Tonia.
-¿Y usted?
-No te preocupes, el motor me sirve de estufa.
Se callaron. El chofer comprobó si estaba bien cerrada la puerta del lado de sus acompañantes, y dijo con forzada sonrisa:
-Hacíamucho que no te veía, Tonia. Desde la primavera. Una vez, al pasar por delante de vuestra Estación de Maquinaria Agrícola, pregunté por ti. Iván Alexéich, el administrador, me explicó que ya no trabajas con ellos.
-Es verdad. Ahora trabajo en otra Estación. En la de Piotr Páulovich.
-¿Cómo no hiciste buenas migas con Iván Alexéich? Es una buena persona.
-¿Buena persona, eh? – la muchacha hizoun esfuerzo para mantenerse recta, a pesar de la oscilación del coche -. Pues conmigo se portó mal. Distribuyó el terreno para labrar de modo que ningún tractorista pudiese quejarse, pero a mí me mandó sólo por campos malos. No había ni un trozo de llano. Debía de haberle dado vergüenza obrar de ese modo. Sabía quién era yo. Estuvo en la comisión de exámenes y me asó a preguntas, hastaconvencerse de que me conozco el tractor al dedillo. Me puso por las nubes delante de todos, me dio la nota de “sobresaliente”, y ¡luego me manda al peor de los sectores! Naturalmente, me piqué. ¡Yo también tengo mi orgullo!
-¡Ah, tontuela! ¿Y si lo que quería era probarte? No puedes negarme que Iván Alexéich es hombre de mucha cabeza, y ha formado decena de excelentes tractoristas:
-A la gente no se laenseña ofendiéndola.
-Otra vez a lo tuyo… Iván Alexéich tiene razón. ¡Vaya tractorista el que sabe conducir su máquina sólo por terreno liso! ¡No, señor! Demuestra que para ti no hay obstáculos.
-Si fuera así, como usted dice, Andréi Ivánich, podía habérmelo explicado…
-Has de comprenderlo tú misma. Ya tienes veinte años, ya eres mayor de edad. Recuerda lo que en más de una ocasión te...
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