Un cuento

El Señor de los Dragones

Por Alonso Cartagena C.


En las lejanas tierras del norte, donde el natural manto verde del bosque da paso a la aridez del desierto, las cumbres de las montañas ígneas se elevan imponentes por sobre el indómito paisaje de la región. Estos son los dominios de los dragones, parajes peligrosos y desconocidos para el hombre, en las que ni el más temerario de losguerreros o el más experimentado cazador de bestias podría salir victorioso, o sobrevivir a sus amenazas para luego ser contadas como épicas hazañas.
Dentro de una oscura y tenebrosa caverna yace tendido un enano herido, un oriundo del reino de Agarock, su nombre es Kangan, el cazador de bestias.
Sumergido en la oscuridad, el enano se despertó de un salto, resentido de todas las heridas que leaquejaban. Se encontró en un putrefacto lugar, un lugar tan asqueroso que estuvo a punto de vomitar ante la repugnancia. En aquella cripta reinaba una mezcla de hedores insoportables: a carne calcinada y humeante; miembros humanos en descomposición, a sangre coagulada derramada por el suelo; a grupos de moscas y ratas que alimentabanse de la carne muerta y los restos óseos; a azufre de lasprofundidades avernales del infierno; y por último un aroma, tan imperceptible a nuestras narices, pero el extrañamente reconocible hedor del miedo. Esa caverna apestaba a miedo.
Por un momento Kangan pareció olvidar donde se encontraba, pero luego de recorrer su pecho y espalda con sus manos y obtener sangre de ellas, lo recordó todo. El llamado de terror de los niños perdidos a sus madres, los hombressaliendo de las tabernas arrojando sus barriles de cerveza para empuñar las hachas y las lanzas, todos esos gritos desgarradores de horror y dolor que se escuchaban en medio de la noche, con la luna como único testigo. Todo el pueblo de Tanin consumido por las llamas y ahora era Kangan su único sobreviviente.
El enano se levantó de su repugnante lecho con mucho cuidando, procurando no tropezarcon los montones de huesos o resbalar con las manchas de sangre que bañaban la superficie rocosa. Lo primero que vio fue una luz que brillaba al final de lo que parecía una caverna extensa y cilíndrica como un túnel. Esa luz resplandeciente era su única salida, su única vía de escape de la muerte. Tan lejana se veía esa luz, tan inalcanzable, que llegar a ella hubiera sido una tarea imposible.Pero para el mas grande de los enanos cazadores de bestias la palabra ‘’imposible’’ carecía de todo significado.
Sin titubeos ni dudas, que cuando de subsistir se trata, de nada sirven, el héroe de largas y rojas barbas emprendió la caminata hacia la escapatoria. La luz de resplandor anaranjado, indicabale que aun atardecía sobre las cumbres ígneas. Debía apresurar el paso antes que el sol seocultara por completo tras las montañas y la enorme bestia alada regresara a su apestosa morada para descansar de una agotadora jornada de destrucción, o disfrutar de la vista nocturna mientras devoraba los restos de alguna de sus victimas.
Sus piernas no le respondían del todo, por mas que su mente deseara aumentar la velocidad de su ritmo, su cuerpo insistía en decirle lo contrario. La cojerade su pierna izquierda le impedía avanzar con prontitud, le costaba mucho trabajo poder levantarla y esquivar los molestos huesos roídos que entorpecían su paso.
El recorrido, el que antes parecía interminable, ahora veiase cada vez menos extenso. A cada zancada dada, la claridad en la caverna se hacía más evidente. La luz crepuscular del exterior iluminaba el lugar con una tenue luz naranja,como un velo claro y tornasolado que se deja caer con delicadeza sobre la penumbra y que con ella la tenebrosidad y el miedo parecen desaparecer.
Ahora la cercanía a la salida le permitía obtener una mejor visión de la que le entregaba la oscuridad, y la verdad es que la escena que se presentaba ante sus ojos no era para nada alentadora. El lugar parecía un verdadero campo de batalla, una lucha...