Un dólar y las brujas

Un dólar y las brujas
Capítulo 1
El dólar
La alarma sonó, sinceramente me tuvo sin cuidado, le di un golpe al reloj, me volteé y seguí soñando. Dieron las once, ya me había demorado dos horas en llegar al trabajo, añádele otra más mientras me ducho y desayuno de camino.
Llegué, ahora tengo que soportar el usual discurso del jefe, pero hoy con toda la razón en sus manos. A veces me pregunto¿por qué no me despide y ya? Quizás porque soy el mejor contable en su prestigiosa compañía, quizás porque soy yo quien maneja directamente todas sus inversiones, todas sus cuentas, o quizás porque soy la única persona que conoce de sus aventuras con la secretaria. Pero si realmente le importase que yo sepa de sus adulterios, me mandaba a matar. No puede, su hija o mejor dicho mi ex esposa lomataría, ay que dilema.
Jamás pensé estar tan vacío por dentro cuando realmente lo tengo todo. Soy un contable que gana muy buen dinero, tanto que a veces no sé en qué gastarlo, ya no sé a dónde viajar. Visto con las mejores etiquetas, manejo los mejores automóviles y mi casa parece sacada de una revista. Sin embargo, no tengo nada.
Miro el reloj, ya son las tres. Miro el calendario, maldiciónhoy es el 31 de octubre, que día tan superficial y tan expuesto a cualquier ridiculez social. Me solté un poco la corbata y me quité el gabán, tengo demasiado calor. Si tan solo el conserje apagara su radio yo sería feliz. Vaya, ya son las siete, aquí no hay nadie, como siempre soy el último en irse.
Me paré y me largué tan rápido que el jefe no tuvo la oportunidad de decirme uno de sus usualescomentarios jocosos, era su forma de despedirse. Sin darme cuenta ya voy a sesenta y cinco millas por la avenida y me detuve en una barra. Compré una cerveza y seguí caminando hacia el parque. No había nadie, solo un hombre al cruzar la calle estaba sentado allí, observándome.
Son las ocho de la noche, luna llena, tinieblas por doquier… esto parece una película de terror, que cliché, ladifamada noche de brujas. Se estaba poniendo frío así que decidí caminar de regreso a mi auto antes de que los niños disfrazados llegaran y comenzaran a probar mi humor, pero primero me senté en un banco y estuve a punto de llorar, ni sé por qué.
Decidí caminar por otro rato y mientras iba caminando un hombre caminaba en dirección hacia mí, de unos seis pies y medio, enormes hombros y no pude ver máspues traía puesto un abrigo color negro, unos guantes del mismo color y simplemente supuse que era otro chiflado disfrazado. Me miró, tenía una máscara que le cubría el rostro y lo único que quedaba visible eran aquellos ojos de color cenizos, tan espeluznantes. No me sentía cómodo con cada paso que me acercaba a aquel hombre que no dejaba de mirarme.
Levantó su mano izquierda, donde cargabaun revólver que me apuntaba. Antes de tener la oportunidad de gritar todo se fue en blanco…


















Capítulo 3
El veredicto
Mi ex esposa no me deja ver a mis hijos, zorra. Hoy fui a buscar a mi hijo mayor a la universidad, a eso de las dos de la tarde almorzamos y lo regresé a su casa y allí esperaba esa mujer que gritó y gritó hasta más no poder, pero ya de nadaimportan sus palabras, como diría mi hermano “Allá ella con sus pollos.”
Ya estaba atardeciendo y quise cerrar mi único día libre con una llamada a mi hija que me llenara de felicidad. No contestó, quizás órdenes de su madre; infeliz.
A eso de las seis decidí embriagarme de vino tinto y recogerme temprano para no tener parte de la ridiculez esa de la noche de brujas, en estos tiempos ni tansiquiera Sábado de Gloria es seguro. Fui a la barra dónde hace unas semanas vi a un hombre destrozar a otro con sus propias manos, todo por un trago; fue espantoso pero me tuvo sin cuidado.
Salí de la barra a eso de las siete y media y me senté en la calle frente al parque a observar por un rato la luna llena. Allá en el parque estaba sentado un hombre en un esmoquin que parecía ser muy caro y a...