Un destino inevitable Y Perón murió

La lucha era inevitable.
Cada uno de los contrincantes no iba a permitir que el otro lograra salir vivo del encuentro, y, así como el destino los había puesto en el camino del otro, de forma azarosay sorpresiva, así el destino iba a encaminar su suerte. Uno de los dos personajes no iba a avanzar hacia su meta final, y lo sabían. Perón desenvainó su Magnum en frente de la mítica criatura, y éstase acomodó de forma tal que, ante cualquier movimiento mínimo, el ataque fuera rápido y letal.
El tiempo pasaba, y los dos momentáneos adversarios no movían un músculo, esperando el supuesto ataquedel otro. Se miraban, casi sin pestañar y el silencio reinante en la oscura senda del sombrío camino que los encontró era incontenible. El paso en falso lo cometió nuestro General, y no de formaconsciente. Durante una centésima de segundo, un atisbo de duda asomó en su expresión, y solamente eso bastó para que la siniestra criatura efectuara su primer ataque.



Y se murió Perón, luego de unalarga agonía, ese veneno que calaba sus huesos y transitaba impasible a través de sus tumultuosas venas. Los ojos, desorbitantes, que giraban sin una rotación adivinable, marcaban el ritmo del desastreque se estaba efectuando dentro del finalizado organismo del General. El corrosivo elixir dilataba sus pupilas y erosionaba su salud segundo a segundo. Notas de epilepsia se notaban de a ratos en elcuerpo moribundo de nuestro héroe, anticipando su macabro destino.
Su atacante se regodeaba de gusto, y miraba fijamente a su víctima a la vez que efectuaba una mueca siniestra, que podría ser tomadacomo una sonrisa macabra, una sonrisa que helaría la sangre de cualquier cristiano.
En un idioma que pocos entenderían, una lengua arcana, trascendental y de tiempos antiguos, tiempos perdidos en lahistoria, nuestra bestia rugió, exclamando en forma de silbido una antigua plegaria, como ofreciendo un tributo a una divinidad, más legendaria y perdida en el mundo que cualquier bestia de relato...