un grito dsesperado

Páginas: 6 (1312 palabras) Publicado: 5 de marzo de 2014
problema.

¡Maldición!

mascullé dando un fuerte puñetazo en la pared
—.
¡Esto no debió haber pasado!

¡Pero pasó! Ahora debemos reponernos para no perder más de lo que ya perdimos.¡Tenemos dos hijos vivos! ¿Recuerdas?Me froté fuertemente la cara sintiéndome un desdichado.

Nada va a volver a ser como antes. Percibo la maldad corriendo por mis venas.

No, no—
rebatiste
—.
El joven que me atacó es producto de una sociedad corrupta que ala vl bebé habías quedado estéril. Durante el trayecto a la casa no hablaste nada. Yo tampoco. ¿Qué palabras podían servir para atenuar la aflicción producida por esa amarga experiencia? ¿Qué bálsamo era capazde adormecer el suplicio de esa llaga supurante? No había ninguno. Quizá el silencio. Abrimos la puerta dela casa y nos adentramos a su quietud absoluta. Los niños ya dormían. Encendimos las luces y los estáticos muebles parecieron darnos la bienvenida compadecidos.Me ofreciste café y pan. En el ambiente se sentía pena. No deseábamos comer, pero era partede la rutina requerida para volver a la normalidad.

Qué desgracia tan grande, ¿verdad?

dijiste rompiendo el silencio. No contesté. ¡Nosresultaba muy difícil comunicarnos! En el hospital, cuando no seinterpusieron doctores lo hicieron familiares o amigos...
55

Al fin estábamos solos.

¿Qué fue lo que pasó exactamente?

Lo que sabes, mi amor. Un alumno de mi clase de idiomas me golpeó.

¿Pero cómo pudo llegar a tanto? Me dijeron que desde hace tiempo te molestaba y que no se lo dijiste a nadie. ¡Ni siquiera amí!
—Es
un joven desubicado y tímido. Creí que necesitaba apoyo, comprensión. Quiseayudarlo... Jamás pensé que reaccionaría como lo hizo.Me puse de pie furioso, sintiendo que la sangre me cegaba, y caminé de un lado a otro de lacocina con las manos en la cabeza, respirando agitadamente.

¿Pero cómo pudo ser? Ambos deseábamos más que nada en el mundo la llegada de estehijo. ¿Cómo tepermitiste, por ayudar a un lunático, correr un riesgo de ese tamaño? Y, sobre todo, ¿cómo pudiste mantenerme al margen del problema?

No me lo reproches. Fue un accidente. ¿Quién iba a imaginar que el muchacho llegaríatan lejos?

Y tu voz se quebró en una manifestación de enorme dolor. Al verte afligida controlé un poco mi creciente furor. Tú fuiste quien padeció la tortura de laintervenciónquirúrgica. De tus entrañas, no de las mías, extrajeron ese pequeño ser que senutría con tu sangre. En una palabra, tú eras la madre. No existe en la tierra persona másafectada física y emocionalmente por la pérdida de ese bebé, así que era injusto que terecriminara.Volví a sentarme tratando de calmarme. Permanecimos callados durante el resto de lamerienda. Le di a mi café unos pequeños sorbos, máspor atención que por gusto. En mimente desfilaban una tras otra las distintas formas de cómo podía vengarme. En primer lugar adquiriría un arma y te enseñaría a usarla; en segundo lugar, demandaría al muchacho por asesinato y no pararía hasta verlo refundido en prisión purgando la condena más severa que pudiera dictarse por su falta; en tercer lugar, dejaría de dar estúpidos cursossobre"pensamiento positivo" y cambiaría radicalmente el giro de mi negocio; en cuarto lugar... No podía estar sentado. Me levanté nuevamente lleno de excitación. En cuarto lugar tenía que devolver el golpe a más granujas
como
él. No bastaba condesaparecer de la sociedad al culpable de esta desgracia cuando pululaban millones demuchachos igualmente mines por todas partes.Miré mi rostro sin rasurar en el espejode la cocina integral y por primera vez me percaté deque llevaba puesta la misma ropa desde hacía tres días.

Quisiera darme un baño. Asentiste sin decir palabra. Yes que a la consternación de tu reciente pérdida se le aunaba el dolor de adivinar en mí un peligroso rencor, un enfermizo deseo de venganza que nuncaantes me habías visto.Te di las gracias por el café y fui directo a la...
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