Un mundo monopolista

UN MUNDO MONOPOLISTA
La tesis de que la religión es parte del problema suena mucho a ese trasnochado grito de que la religión es el opio del pueblo, parte del nihilismo del espíritu que es partedel mismísimo problema que el documental denuncia.
Se hace bien en señalar la dimensión monetaria del problema, aunado a la existencia de barones del dinero que escapan al ámbito de la políticapública.
Pero si bien se insiste en eso, no se insiste en el corolario natural que se seguiría: el sistema político contemporáneo es impotente (no como accidente, sino en su esencia, en su estructura misma)frente al señorío de los barones del dinero (de hecho, una investigación en la génesis de la forma política globalizada de esta época, la democracia, esto es, una investigación en la urdimbre detrásde la Revolución Francesa, haría vernos que, lejos de ser una casualidad desastrosa, la creación de una forma de gobierno así, el derrumbe de las realezas y su sustitución por lo que nos vino con laRevolución Francesa, vino de hecho promovido de la mano de esos mismos barones del dinero).
Y la base última tanto del problema de la disfunción política como de la tiranía del sistema monetario, asaber, una condición del espíritu muy propia del ‘espíritu moderno’, ni siquiera se toca.
En su lugar, se usan eslóganes tan llamativos como superfluos y enormísimamente vacío e inútiles comoinstrucciones de acción, que es todo lo que puede dar en el campo del espíritu.
¿Por qué es tan difícil pensar que cuando el hombre, incluso los más lúcidos, se han agotado –sobre todo, dolorosa ydesgarradoramente, en el siglo XX y lo que va del XXI- en intentar toda clase de ‘soluciones’ surgidas de nuestras propios imperfectos espíritus, todas con un resultado peor que el anterior, por qué es tandifícil suponer que la última solución que nos queda tiene necesariamente que ser distinta a toda esa línea de esfuerzas, a todas las coordenadas donde se han estado moviendo esos esfuerzos?
Que Los...