Un Niño Suplica A Su Maestro
Del amable mundo de la matemática
MAESTRO.- Tú has de pulimentar mi alma y modelar mi corazón, compadécetede mi fragilidad.
No me mires con ceño adusto. Si no te comprendo todavía ten paciencia.
No siempre reprima tu gesto mis impulsos.
No te moleste mibulliciosa alegría.
No llenes mi débil inteligencia con nociones superfluas.
Enséñame lo útil, lo verdadero de lo bello.
Lo bello maestro; que mis ojosaprendan a ver y mi alma a sentir.
Desentraña la belleza de cuanto nos rodea y házmela gustar.
Trátame con dulzura, maestro, ahora que soy pequeño;quién sabe los dolores que me deparará el destino, y en medio de ellos el recuerdo de tu benevolencia bien orientada será mi bienhechor estímulo.
No me uñasinjustamente; averigua bien la causa de mi falta y verás casi siempre, atenuada mi culpabilidad.
Ámame maestro, como ama el padre a sus hijos, por queyo también, aunque no sepa mostrártelo, te amaré mucho, mañana mas que hoy.
Si tú me enseñas con amor tus lecciones serán provechosas; pero si no meamas no podré comprenderte nunca.
Cultívame maestro, como el jardinero, a las florecillas que le dan encanto y aroma, yo también perfumaré tu existenciacon el encanto perenne del recuerdo y la gratitud.
Yo he de ser tu obra maestra: procura enorgullecerte de ella. ¡Maestro mi buen maestro, que has de darluz a mis ojos, aliento a mi cerebro, bondad a mi corazón, belleza a mi alma, verdad a mis palabras, rectitud a mis actos no desoiga mi suplica.
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