un paqeute de miel y almnedarsa

Páginas: 30 (7355 palabras) Publicado: 9 de agosto de 2014
Un paquete de miel y almendras
A Diego me lo mencionan en el acto. Es casi como si yo dijera “buenas tardes” y ellos, “Diego”.
Todo empieza torcido. Ni el rutilante bar de la avenida Libertador donde nos hemos dado cita resulta el sitio ideal para el encuentro, ni la propuesta que me dispongo a transmitirles me convence del todo. Podría alegar en mi descargo que tanto la elección del café,como la idea que vengo a someterles —ambas, en mi criterio, vagamente ridículas—, me son ajenas. Pero ya es tarde para retroceder. Qué remedio me queda sino tragar saliva, inspirar hondo y confesarles lo que me trae: una exposición de arte cartonero en la Embajada Argentina en París.
Se miran.
—¿De arte qué?
—Bueno —balbuceo—, los organizadores piensan que existen objetos artísticos hechos decartón. Le quieren quitar al tema su carácter…
Estoy por repetirles la palabra “miserabilista” que a mí me dijeron dichos organizadores, pero me muerdo la lengua a tiempo.
—Y, sí —dudan mientras me semblantean de costado—, algunos hacen cositas, pero arte, arte, la verdad…
Después me confesaron que todos se habían preguntado lo mismo: “¿Y esta mina de dónde sale?”. El interrogante se comprende, notengo aspecto de militante setentista ni de ONG alemana ni de evangelista carismática ni de hermanita del Sagrado Corazón de nadie ni de señora bien. En el peor de los casos, lo inclasificable suscita desconfianza, y en el mejor, perplejidad.
Lalo es el primero en superar las dos posibilidades. El semblanteo general aún no ha concluido cuando, ñato, bocón, alto, desgarbado y tirando a rubio, elasí llamado se me planta adelante, me enfoca como para sacarme una radiografía y:
—¿Vos querés ver la realidad? Yo te llevo.
Entre los asistentes figuran la madre de Lalo, Mirta, una sesentona firme como una roca que se dispone a partir para un congreso internacional de mujeres en Bratislava —ella oscila entre Bratisvala, Bratislava y Brastivala, pero opta por la precisa—; Sergio, un grandotecolorado, profesor de Historia y dirigente de la quema clandestina de Campana; y un morochazo irónico llamado Santiago, inventor de máquinas para moler el plástico finito. Los abrazos en la puerta muestran que el hielo está roto.
***
Años han pasado desde aquel día de los noventa cuando, de vuelta en la Argentina, descubrí el primer carrito trepidante y bamboleante cargado con un bulto color ceniza.Montañas fantasmales como ésta, izadas sobre ruedas, ya las había visto en Bogotá; en Buenos Aires, nunca.
En aquel tiempo no fueron los cartoneros mismos quienes me dijeron el nombre de su oficio. Al menos por el momento, con ellos mismos parecía imposible detenerse a echar un parrafito: mi timidez inmigratoria —ese convencimiento de ser sapo de otro pozo en todo sitio y país— y su concentraciónen la tarea nos volvían mutuamente inabordables. Por pudor, por respeto, por cobardía, imité su actitud y miré hacia otro lado. Puesto que ellos empujaban sus carros y revolvían en la basura sin levantar la vista, como si anduvieran por adentro de un túnel que los volviera inexistentes a ojos de los demás, deduje que no querían ser mirados. El tabique invisible entre “ellos” y “nosotros” —su merapresencia en la calle nos oponía— estaba hecho de párpados.
Y de espesores: “ellos” intentaban ahuecarse dentro del espacio de nadie por donde transitaban, “nosotros” taconeábamos a lo ancho, marcando territorio. Nosotros éramos los patrones de la vereda, y ellos, los transeúntes de un corredor al margen. Los únicos que parecían advertirlos eran los choferes de taxi, por regla general parahablar de barrerlos a manguerazos o, en algún caso extremo, de achicharrarlos vivos.
Llenar la bolsa de basura ya nunca fue lo mismo. Lo desechable —término utilizado corrientemente en Colombia, no para designar desechos sino gente— ahora tenía destinatario. Las cosas y alimentos que yo había gastado o comido a medias se volvían carta o encomienda. Eran para alguien. El solo hecho de que lo fueran...
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