un producto de la ingnorancia
Fuente:
Restrepo,
Juan
Diego,
2008,
“El
ensayo,
un
producto
de
la
ignorancia”.
Revista
Folios,
(9).
Recuperado
el
15
de
octubre
de
2008,
en:
El
Ensayo,
un
producto
de
la
ignorancia
Juan
Diego
Restrepo
Resumen
Este
trabajo
pretende
dar
cuenta
de
los
conceptos
que
definen
el
género
Ensayo
desde
sus
orígenes
en
el
marco
de
un
propuesta
que
relaciona
ignorancia,
entendida
como
principio
de
conocimiento,
desde
la
perspectiva
socrática
de
“sólo sé
que
nada
sé”,
con
la
provocación
de
las
ideas
para
propiciar
diálogos
personales
entre
aquellos
que
se
atreven
a
ensayar
sus
conceptos
de
manera
pública.
Nada
más
notable
que
la
ignorancia
para
escribir
ensayos;
es
quizás
la razón
más
provocadora
para
la
creación.
Nada
sé,
entonces
puedo
partir
de
allí
para
construir
el
mundo;
claro,
a
mi
manera.
Y
creo
que
no
digo
nada
nuevo.
Sólo
trato
de
reafirmar,
varios
siglos
después,
lo
que
dijera
Miguel
de Montaigne,
creador
del
género
ensayístico
según
la
posición
tradicional
de
la
crítica
literaria.
En
efecto,
fue
el
primero
en
usar
el
término,
en
su
acepción
moderna,
para
caracterizar
sus
escritos,
y
lo
hizo
consciente
de
su
arte
y
de
la innovación
que
éste
suponía.
En
el
ensayo
número
50
del
Libro
Primero,
que
tituló
De
Democritus
et
Heraclitus,
da
una
definición
que
todavía
posee
hoy
algo
más
que
valor
histórico:
"Es
el
juicio
un
instrumento
necesario
en
el
examen
de toda
clase
de
asuntos,
por
eso
yo
lo
ejercito
en
toda
ocasión
en
estos
ensayos.
Si
se
trata
de
una
materia
que
no
entiendo,
con
mayor
razón
me
sirvo
de
él,
sondeando
el
vado
desde
lejos;
y
luego,
si
lo
encuentro
demasiado profundo
para
mi
estatura,
me
detengo
en
la
orilla.
El
convencimiento
de
no
poder
ir
más
allá
es
un
signo
del
valor
del
juicio,
y
de
los
de
mayor
consideración.
A
veces
imagino
dar
cuerpo
a
un
asunto
baladí
e
insignificante,
buscando en
qué
apoyarlo
y
consolidarlo;
otras,
mis
reflexiones
pasan
a
un
asunto
noble
y
discutido
en
el
que
nada
nuevo
puede
hallarse,
puesto
que
el
camino
está
tan
trillado
que
no
hay
más
recurso
que
seguir
la
pista
que
otros
recorrieron. En
los
primeros
el
juicio
se
encuentra
como
a
sus
anchas,
escoge
el
camino
que
mejor
se
le
antoja,
y
entre
mil
senderos
decide
que
éste
o
aquél
son
los
más
convenientes.
Elijo
al
azar
el
primer
argumento.
Todos
para
mí...
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