Un viaje hacia el mar de morosoli
de Juan José Morosoli
A pesar de que habían resuelto partir a las cuatro, Rataplán llegó a las tres. Era el primero en llegar.
En el café había un solo hombre, sentado al lado de la puerta, desconocido para Rataplán, lo que quiere decir que no era del pueblo.
–Buen Día –dijo aquél al entrar.
–Bueno –respondió el otro, y acercó una silla al recién llegado como si leconociera o estuviera esperándole y, tras un silencio, agregó:
–¿Madrugó, eh?
–Sí –respondió Rataplán–, estamos de viaje a la playa.
–¿A qué playa?
–¿Hay más de una?
–¡Uf!... Muchísimas. ¿No conoce el mapa?
–No señor, no lo conozco...
–Pues playas hay muchísimas...
–Habrá. A nosotros nos lleva Rodríguez. ¿No ve que nunca hemos visto el mar?
En ese momento llegaron el rengo "Siete y tresdiez" con su perro, y "Leche con fideos", un hombre flaco, pálido, con una barba negrísima, de ocho días, peón de un horno de ladrillos.
Se sentaron junto a Rataplán y el desconocido. Pidieron una caña y al minuto ya estaban participando familiarmente de la conversación.
El desconocido hacía cuentos de tartamudos con los que ellos se destornillaban de risa. Fue Rataplán el que tuvo que pedirle alfin:
–No haga más, por favor... Guarde alguno para la playa...
"Siete y tres diez" se asomaba de rato en rato a la puerta, nervioso por la tardanza de los otros excusionistas.
Rodríguez y el vasco Arriola llegaron cuando ya era día claro.
Aquél –que era el dueño y el conductor del camión- descendió de éste, dejó el motor en marcha y se sumó a la rueda.
El desconocido, que advirtió la presenciade Arriola, se acercó a la puerta e invitó:
–Baje, tome una caña y nos vamos.
–El día va a ser bárbaro e'calor -dijo "Leche con fideos".
–Sí, nos a sacar lonjas -respondió Rodríguez.
Con dificultad, pues estaban muy pesados de caña, los que aguardaban en el café subieron al camión. Después lo hicieron Rodríguez y Arriola y partieron.
El camión, un viejo Ford de bigotes, era uno de esosvehículos que al marchar dan la impresión de andar atravesados, con un juego de adentro hacia afuera en las cuatro ruedas que parecía comunicarse al motor por sus explosiones fuera de ritmo. O tal vez, el motor por algún milagro de la mecánica era el que imprimía a las ruedas aquel movimiento. A guisa de toldo tenía una malla de alambre tejido, pues Rodríguez lo destinaba al transporte de gallinas.Al lado de Rodríguez -piloto por supuesto- iba el Vasco.
Rodríguez sentía pasión por el mar. Cualquier pretexto le venía bien para llegar a él. No era pescador, ni le atraía el baño en las playas. Le gustaba el mar para verlo y sentarse a sus orillas, fumando en silencio, viendo nacer y morir las olas en un callado gozo.
"Siete y tres diez" era un viejo vendedor de billetes de lotería. Toda sufamilia la constituía su foxterrier al que había bautizado con el nombre de Aquino –el último cuatrero– como homenaje a éste y, además, porque el perro no podía ver a la policía. Apenas veía un guardiacivil huía ladrando en señal de protesta. Esto agradaba a "Siete y tres diez". Comentándolo decía que Aquino "en eso salía a él"; además tenía la seguridad de que el can era un animal "fino, lo quese dice fino, pues tenía el paladar negro y era rabón de nacimiento" lo que indicaba una segura aristocracia perruna.
Rataplán había sido basurero y ahora estaba jubilado. Era sordo de un oído y le faltaban dos dedos de la mano izquierda. Se los había deshecho una máquina de alambrar siendo mocito. Al revés de "Siete y tres diez" su perro hubiera sido feliz siendo soldado. El apodo le venía de sucostumbre de seguir al batallón en sus desfiles por las calles del pueblo, repitiendo en voz baja el sonido del tambor.
El Vasco Juan era un hombre callado. Cuando no había trabajo en el horno acompañaba a Rodríguez en sus viajes a las chacras. Cuando estaba borracho -cosa que no ocurría muy frecuentemente- se le veía blasfemar e insultar a un desconocido- No se sabía de dónde había venido...
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