Una Alameda Descalza y desnuda.

Una Alameda Descalza y desnuda.
Mientras pasea, doña Maximina Díaz, Rimense de corazón, se le nota ida, perdida, meditabunda como atrapada en el pasado. Ya no contempla las figuras de piedra queadornan la Alameda de los Descalzos, pasa de frente, las ignora tratando de evadir la realidad actual de esta calle simbólica del distrito del Rímac que, pasear por ahí ahora, da pavor.
Viaja alpasado, añora las épocas de elegancia y gallardía con la que se vivía, recuerda a un caballero de sombrero de copa cruzando la alameda, misteriosas damas de vestido largo disfrutando del paisaje, losárboles, el verde césped, en ambiente romántico sin el temor de que algún ladrón se acerque amenazante y arrebate su cartera fugando luego por los callejones, ahora llenos de pirañas y gente de mal vivir enbusca de una presa.
El Virrey Juan de Mendoza y Luna construyó la Alameda en 1611, luego fue reordenada por el virrey Amat y Juniet, forma parte de las antiguas construcciones que el históricodistrito del Rímac cobija bajo su historia y que siglos atrás significó uno de los paseos tradicionales de la sociedad limeña, testigo de los secretos más prohibidos de aquellos amantes la época, cuenta lahistoria que ésta hermosa callejuela fue hecha por capricho de la concubina de Amat, Micaela Villegas “la perricholi”.
Son 12 las hermosas esculturas que decoran la plazuela, traídas por RamónCastilla desde Italia para embellecer el camino hacia en convento de los padres Franciscanos. Nadie imaginaba que ahora sirvan de escondite para delincuentes en pos de atacar y arrebatar las pertenenciasa cualquier transeúnte incauto que ose cruzar la alameda.
Las bancas y las estatuas sirven ahora de lienzo para seudos pintores de la acera, los más más del barrio, que más que representar arte ensus grafitis hacen notar en cada trazo, con sus latas de aerosol, el descuido y desastre del barrio que los cobija.
Maximina vuelve de sus adentros solo para soltar su cólera mientras la apuntan...