UNA CIUDAD CORDIAL
POR MIGUEL DIAZ REYES
Venga usted, por favor. Venga. No tenga miedo. No sea tímido. Pase. Esta es mi casa. Desde hoy es suya también. Venga. Pase. Camine, hombre, camine. Tome asiento. Como ve usted, es humilde mi casita. Pobre. No tiene muchas comodidades, no es muybonita que digamos, pero aquí hay un corazón muy grande. Estos muebles, donde usted los ve, hubo una época en que eran muy modernos, y costaban un ojo de la cara, o qué le digo, los dos ojos de la cara. Dígame si los ha visto usted en algún otro lado. Probablemente allá en Lima en esas viejas casonas limeñas. Los compró mi difunto esposo cuando trabajaba en la pesca. Era el patrón de una lanchapesquera con bastante tonelaje. Ya no recuerdo si eran trescientas o cuatrocientas o quinientas. Qué va. Ya estoy vieja. Y ahora pareciera que sólo vivo de recuerdos. Sobre todo desde que murió mi marido y mis hijos se casaron y me dejaron aquí, en esta casota que llega hasta la otra calle, laque da al río, la calle donde lo encontré a usted en el piso. Qué estaba buscando. Pero no se preocupe. No seincomode. Soy una vieja preguntona. Le decía que mi esposo trabajó en la pesca y de esa época de gloria es que provienen estos mueblecitos que trato de conservar. De esa época también están mi lecho nupcial y sus veladores, pero esos muebles no se los voy a mostrar, disculpe usted. Las ancianas también sabemos ruborizarnos ante la presencia de jóvenes tan guapos como usted. Y esa radiola. Veausted. Ahora hay unas cosas menos grandes pero más complicadas de utilizar. Mi hijita, la menor, tiene uno de esos aparatos modernos. El otro día veía yo cómo ponía unos disquitos, así de pequeños, apretaba un botón, y listo, pero a la hora de poner la radio, como que se impacientaba mi hijita porque movía y movía una rosquita y no captaba Radio Huarmey .Sí. Aquí hay varias radios. Y mi hijitaescucha esa emisora. Al mediodía, sobre todo, cuando uno de esos periodistas desadaptados empiezan a hablar mal del alcalde. Que no hace esto porque está haciendo lo otro. Yo no sé nada de esas cosas. Ya no voto. Nove que ya estoy con un pie en la otra. No, no. Discúlpeme. No quiero hacerlo reír. Ya sé que le va a doler. Ah, desalmados. Hacerle esto a un joven que se nota educado y estudiado como usted.Verá, le hablaba de mi marido. No, no. Ya le hablé de mi marido. Y hasta de una de mis hijitas. Yo quería hablarle de otra cosa. No se mueva. Ya le traigo el alcohol yodado. No me tardo. Ya ve. Aquí está y aquí estoy. Me demoré lo que un suspiro. Sí. Ya sé. Quería hablarle un poco más de esta casa, que fue de mi padre. Yo la heredé
porque mis hermanos prEFirieron las chacras, y como
mi esposoganaba bien en la pesca no nos preocupamos por las demás propiedades. Qué bueno hubiera sido tener una chacrita en estos tiempos, ¿verdad? Verá, esta es la única calle que ha quedado tal y como fue desde antes del terremoto del setenta. Sí. Sí, pues. Así como le digo. Casi como tres cuadras, unos trescientos metros. Imagínese. Querían traerse bajo la que fue casa de mi padre y de su padre, miabuelo. No. No, no. De ninguna manera, dije. Y los vecinos tampoco. Qué tal. Todos nos negamos a participar en esa reubicación espantosa que hicieron los militares. Resulta que se trajeron abajo casi todas las casas del pueblo, porque, valgan verdades, la mayor parte quedó inservible. Después, les compraron los terrenos a los dueños. Después, hicieron un nuevo plano de la ciudad. Resulta que una casaque era así, ahora era asá, y más allá, o muy más allá. Después, les vendieron ese terreno a los mismos dueños, que no tenían otra alternativa que aceptar porque si no, perdían sus terrenos. Después, a esos mismos ex
dueños les dieron un préstamo para que construyeran sus casas. Pero a la mayor parte no les alcanzó, así que las terminaron como pudieron. Y nosotros, aquí, orgullosos, no aceptamos...
Regístrate para leer el documento completo.