Una colombiana en el santoral
Para un país de tradición católica como lo es el nuestro, el acto de canonización, hoy, en la plaza de San Pedro, de lareligiosa colombiana Laura Montoya, quien será así la primera santa nacida en esta nación, constituye un acontecimiento histórico innegable.
No es para menos. Su asunción a los altares de Dios tiene unsentido de religiosidad, pero también de justicia y de reconocimiento a la extraordinaria y noble labor de esta mujer, nacida en Jericó (Antioquia) en 1874 y fallecida en Medellín en 1949. Reconocimientoque se extiende a toda una vida de vocación educadora y evangelizadora –que la encumbró como religiosa y como mujer– y a un admirable sentido de superación personal, más en aquellos tiempos.
Loscolombianos todos, creyentes o no, deben sentirse orgullosos de la monja paisa, que hoy recibe los máximos honores de su credo: la fundadora de la Congregación Misioneras de María Inmaculada y de SantaCatalina de Siena será santificada, en buena coincidencia, por un papa que habla español.
Se trata de un acto extraordinario ante miles de peregrinos, que se congregarán en la majestuosa plaza de SanPedro del Vaticano, que estará “hasta las banderas”, pues allí será canonizada, igualmente, la mexicana madre Lupita (1878-1963), otra religiosa de vida meritoria. Fue la fundadora de la Congregación delas Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres y dedicó su vida a los enfermos y los más necesitados.
Pero vamos a la vida y milagros de María Laura de Jesús Montoya Upegui. Huérfana desde los2 años, cuando su padre, un médico, fue asesinado, creció entre la penuria y la esperanza. Pero, tocada por la religiosidad desde niña, fue una mujer no solo consagrada a Cristo y dueña de una fe...
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