Una esperanza en el alba
Poco hacía desde que los guerreros de bonta habían abandonado el poblado; y la paz que ellos habían traído, ya se esfumaba como la luz deuna vela al extinguirse.
El poblado tenia cierta posición estratégica, pero no lo suficiente como para ser considerado un punto de apoyo importante para cualquier ejército.
Nunca habíamos tenido quedesenvainar nuestras armas contra un enemigo directo, hasta entonces.
Hacía nada mas que tres semanas desde que los bonta se habían ido, ayudandonos a recontruir nuestras casas por los destrozosocasionados por un tifón, que eran relativamente normales en aquellas épocas del año cuando unos niñós divisaron un estandarte rojo dos colinas mas allá; eran los guerreros de Brakmar.
Aúnque yo meenteraría mas tarde, todavía nadie sabía que diablos hacían aquellos guerreros por esa zona, que estaba lejos de las rutas establecidas entre Bonta y Brakmar.
Mataron a todo el poblado.
Exepto a mí, queme encontraba entrenando para superar a mis compañeros de caza, cuando escuché la campana de alarma.
Esa campana solo se utiliza en los casos en el que el pueblo está sufirendo un ataque, y sirvepara que todo el mundo escape mientras pueda.
Yo no lo hize.
Corría tan rápido como podía para ayudar al pueblo, pero cuando llegué era demasiado tarde.
Me encontré frente a frente con el lider de laavanzadilla, que estaba junto al cadaver de mi Padre, que aun sostenía su espada , legado de mi familia que pasaba de generacíon en generacíon, y que se hacía mas poderosa cada vez que cambiaba depropietario. La semana que viene iba a regalarmela por mi cumpleaños, ya que cumpliría la mayoria de edad.Mi padre les había dado mucha guerra, y había diezmado a la tropa enemiga, intentando dar tiemposuficiente para que mi familia escapara, pero no lo consigió.Un certero flechazo en la cabeza lo había matado en el acto.
El hombre me dijo cosas que no escuché y me noqueó al ver que no le hacía...
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