Una Espiritualidad Para Nuestro Tiempo

I. APROXIMACION AL ASUNTO
Ante todo creo que debemos reconocer la magnitud del tema propuesto, así como la necesaria provisionalidad de estas reflexiones que comparto con ustedes, y esto más aún cuando se considera la brevedad de una plática como la presente.
La espiritualidad es el estilo de la actividad, es su tono, como dice von Balthasar, y «su estado habitual en virtud de sus concepcionesy opciones últimas». La espiritualidad es la concreción de la fe en la vida; es vida en la historia. Y la vida no se detiene, no se fosiliza. La historia en marcha requiere respuestas, desde la fe y desde la coherencia de la fe —es decir desde la adhesión al Señor Jesús y al Divino Plan—, a los nuevos desafíos que presenta, por lo que requiere ser siempre reevangelizada.
El problema de unaespiritualidad para un nuestro tiempo, no es nuevo. En cierta medida —ya sea consciente o inconscientemente— se ha experimentado siempre. Muy cerca de nosotros —en la perspectiva de nuestra historia—, hacia mediados de los años cincuenta, José Folliet, daba a luz un libro de poco más de un centenar de páginas: La espiritualidad del camino, en cuyo prólogo sostenía tímidamente: «No pretendo innovar unaespiritualidad. Quiero sencillamente aplicar a las condiciones de una vida nueva las reglas seculares de la espiritualidad católica». Folliet apuntaba a la realidad tensional de una nueva espiritualidad, pero al mismo tiempo quería dejar muy8 en claro que no era un innovador que arrasara inmisericorde con el pasado. Más bien, incluso, podría aparecer como un novedoso renovador.
Más allá de laperspectiva del autor francés, las cautelas que creemos ver en él tienen sentido. Se trata de experimentar de una u otra forma una cierta insuficiencia de la expresión histórica de las espiritualidades tradicionales en relación al propio tiempo pero, a la vez, se trata también de no apartarse de la única espiritualidad cristiana, de la que son expresión concreta. Y es que hay una única espiritualidadcristiana, un núcleo que se plasma en las diversas concreciones personales o de grupos de personas que la experimentan con características comunes y que se dan en un momento de la historia, en una coyuntura determinada, con características específicas a las que la experiencia de la propia espiritualidad responde, aunque mejor será decir: debe responder.
En otras palabras, toda espiritualidadconcreta surge cultural e históricamente situada. Sin embargo cabe resaltar que no es determinada por esa situación, pues su impulso es la fidelidad al Señor y a su Plan. Así, sería un contrasentido que una espiritualidad actual asuma características que están en oposición a los valores evangélicos, por muy vigentes que estén dichos anti-valores en la cultura. Más bien u estar situada es unainvitación a la depuración de antivalores y a la transformación de cuanto en la cultura está «en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación» (EN 19), insertándose, en el hoy de su realidad, en la tarea de la construcción de la Civilización del Amor.
La fidelidad a la única espiritualidad cristiana es siempre una instancia crítica de purificación y de coherencia. Así tenemos que hay unaespiritualidad común del cristiano, que es la respuesta del ser humano al Plan de Dios manifestado plenamente en Cristo Jesús. Hay pues un fondo o base cuyos elementos fundamentales, permanentes, deben aparecer en toda espiritualidad cristiana, aun cuando cada espiritualidad particular pueda contener — y de hecho contenga— desarrollos sobre la experiencia de la fe de un grupo humano, situado enun tiempo y un espacio. Estos desarrollos, aunque expresen acentos propios, deben ser siempre fieles al mensaje de la Revelación, y a su expresión histórica en la Iglesia. De otra manera no estaríamos ante una espiritualidad cristiana.
El Señor Jesús es modelo universal, así como la Buena Nueva, el Evangelio, es universal. Y lo universal no puede ser agotado en concreciones limitadas: las...