Una historia inolvidable

El mismo dibujo de siempre en el cuaderno. Ya se convertía en un ritual. Aquel ojo verdoso aparecía en cada una de las páginas de todos los cuadernos. Mientras los profesores explicaban, en su cabeza solo aparecía esa mirada que era incapaz de dibujar. Lo había intentado, pero a todos ellos les faltaba algo, una esencia.
Alguien le pasó una notita doblada cuidadosamente en la que ponía sunombre. “Aria” . La desdobló sabiendo de quien era y leyó su contenido.

“Esta noche en casa de Mike. Fiesta, tu, yo, el y prácticamente todo el instituto, ¿te apuntas?”

Busqué a Lucy por toda la clase. Estaba en primera fila, en la esquina derecha, con su cabeza pelirroja girada y mirándome fijamente esperando una respuesta. Sabía perfectamente que no me podría negar aun que quisiera, así quecon un gesto le di a entender que iría de mala gana. Ella sonrió satisfecha y volvió a girar la cabeza hacia el Sr. Donalds que la miraba con desaproacion.

La clase se paso más lenta de lo normal. El minutero no avanzaba cuando levantaba la mirada para comprobar la hora. Seguía igual todo el rato. Hasta que de repente el hermoso sonido de la alarma nos avisó de que la clase de Historia habíafinalizado y ya podíamos marchar a casa. Lucy me esperaba en la salida, nerviosa y desesperada a la vez.

-Bueno, esta noche paso a recogerte a las diez. Ponte guapa, te veo luego. -se despidió sin que ni si quiera pudiera llegar a ella.

Corrió a un coche negro descapotable donde se encontraba un chico rubio conduciendo. No conocía que estuviera con ningún chico saliendo, pero viniendo deella, me lo esperaba todo. Ahora tendría que esperar el autobús sola, y a de más estaba lloviznando. Solo deseaba que el autobús llegara pronto.

La parada del autobús que cogía, siempre estaba vacía. Mi casa quedaba al otro extremo de un pueblecito llamado Setges en Carolina de Norte. Nadie vivía por aquella zona, solo un chaval de primero que escuchaba Heavy Metal al tope en sus auriculares. Asíque no era muy social. Sin embargo, esta vez, el chico no estaba sentado en el banco como habitualmente. No se encontraba allí, y estaba totalmente sola.

Me senté en el banco de metal. No lo esperaba tan frío la verdad. Me bajé el jersey hasta el culo para que no entrara en contacto con él. Saqué el móvil de la mochila y me puse lo auriculares, imitando lo que hacía el chico del Heavy Metaltodos los días. Florence + The Machine y su Shake it Out me sumergió completamente. Recordé el cochecito en el que se había montado hacía unos segundos Lucy. No recuerdo que me hablara de nadie, y normalmente lo hacía. No se callaba ni una. A de más, aquel chico era nuevo, nunca lo había visto antes. O por lo menos no lo recordaba. Y no es que fuera fácil de olvidar, conducía un BMW. Quisiera o no,esa situación olía a mal asunto, y tendría que hablarlo con ella de inmediato.

Ya eran y media y el bus no aparecía. No recordaba que en el periódico pusiera nada sobre una baja o algo parecido. Cerré los ojos en un gesto de cansancio. Me había dado una bajada de tensión de esas pequeñas en las que se te nubla un poco la vista. Abrí los ojos esperando que se me hubiera pasado un poco el mareo,pero ahora era peor que antes. Solo podía ver pequeños renglones entre las nubes negras que se había creado en mis ojos. Me sentía sensible, tan sensible que el viento que corría me heria la piel. Tanto que el banco cada vez estaba más frío, y que cada sonido que había en mi al rededor se intensificaba.

Un pitido ensordecedor me liberó de aquel trance como si de un sueño se tratara, comocuando mi padre me despertaba para ir a clase. Solté todo el aire que tenía contenido en el pecho. Ahora podía ver con claridad. Ante mi estaba el autobús de la Línea 3 y el conductor me miraba por el hueco de la puerta con cara de preocupación. Me levanté a tientas, esperando caerme o marearme de nuevo, pero me sentía más despierta que nunca. Erik, el conductor, ya me conocía de todos estos años y...