Una mañana como otra cualquiera
Comprobó que sus aguas ya no eran tan limpias como antes y comolosanimales marinos morían a causa de los grandes derramamientos depetróleo y de la enorme contaminación en que vivían.
Los bosques se empobrecían cada vez más a causa de la indiscriminada tala a laque eran sometidos, y los lugares donde aún quedaban árbolesen pie corrían el mismo riesgo de las zonas áridas.
El aire se volvía irrespirable, la capa de ozono desaparecía en grandesdimensiones. Y todo esto ocurría a causa de la contaminación ambiental.
Se sintió más caliente, pues su temperatura había aumentado debido alcalentamiento global.
Nuestro planeta sesintió desesperado al ver tantos animales que morían al ser cazados o quedaban sin hogar ni comida. De pronto se dio cuenta de que estaba en peligro de extinción al igual que los pobrese indefensos animales. El pánico ante su desaparición lo motivó a encontrar el único y gran culpable de todos los males: el hombre, ése que se jactaba de ser el único animalracional.
La tierra pensó vengarse. Provocaría terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, lluvias prolongadas, sequías interminables y un sinfín de calamidades que borrarían toda presenciahumana, pero seguidamente se puso a reflexionar y se dio cuenta de que todos los hombres no eran iguales, y que al hacer esto pagarían justos por pecadores.
Sabía que en este planetadonde vivimos muchas personas luchaban hasta lo imposible por salvarlo, que no todos los humanos carecían deconciencia; muchos sentían amor y respeto por cada detalle de lanaturaleza.
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