Una mirada al quehacer pedagogico
Myreya Pinedo Castro
Cuando pienso en la educación, específicamente en mi relación con ella, encuentro que no ha sido siempre como estudiante.Desde que me acuerdo, siempre me ha gustado orientar a mis compañeros en lo que no entiendan. Como a los 14 años ya tenía un grupo de niños de otros colegios a quienes les explicaba matemáticas y a los16 ya tenía gran parte de mi tiempo ocupado en asesorías de tareas a varios vecinos de mi barrio.
Inicio la Licenciatura en Biología en la Pedagógica Nacional, pero curiosamente no me siento a gustocon varias asignaturas que coincidencialmente están directamente relacionadas con la pedagogía (educación y cultura, educación y sociedad, entre otras), pero muy bien en aquellas del área específica.Es así como decido estudiar Biología pura. Una vez graduada, me desempeño nuevamente en educación: talleres ecológicos, docente de Biología y Química, docente de Biología celular y genética (envarias universidades) y uno que otro cargo administrativo.
El primer acercamiento como docente de la secundaria fue con comunidades indígenas, en las que el principal problema fue su dialecto, de maneraque al principio tuvimos que aprender de parte y parte hasta que finalmente ya lo dominábamos todo en Español. La experiencia ha sido una de las mejores en mi vida. La comunidad estaba enclavada enla selva, en el espacio perfecto para la enseñanza de la Biología, las clases se realizaban en su mayoría por senderos, en los ríos, en zonas áridas por la erosión, en muy pocas oportunidades en elaula. Los grupos de estudiantes eran pequeños (15 a 20 estudiantes), de manera que se facilitaba detectar deficiencias y fortalecer habilidades de cada estudiante. En este entorno, el profesor es uno delos personajes de gran respeto en la comunidad y en repetidas ocasiones se le consulta para la toma de decisiones.
Un segundo momento fue en un espacio urbano. El número de estudiantes por curso...
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