Una Musa Transformista
Jhon Fredy era un sujeto de 28 años, sencillo, inteligente, con gracia, dueño de una sonrisa de esas que derretirían la Patagonia, con mirarla. Trabajaba en un periódicoimportante de la ciudad; escribía columnas de opinión que tenían como base las noticias positivas, las causas sociales y promover el respeto por las diferencias de género, por lo cual tenía un sinnúmero deseguidores de toda clase que evidenciaban en él una cualidad envidiable.
Todos los días de Lunes a Viernes tomaba el transmilenio de la estación 11 para bajarse en la 22 y trasladarse al que lollevaría rumbo a su trabajo después de caminar 3 cuadras; sus pasos eran largos y apacibles, reflejando una personalidad tranquila; a diario sucedía lo mismo, la misma rutina, el mismo café, la mismaestación de bus, la misma gente, incluso el mismo ladrón husmeando en el bolsillo de atrás de su pantalón para robarle el celular, que él llevaba Guardado en el bolsillo interior de su chaqueta comoprecaución a un delincuente conocido.
Pero esa mañana de Abril, el día era diferente, lloviznaba un poco y Jhon Fredy recordó que tenía que comprar otros zapatos cuando sintió la humedad dentro de sumedia al pisar un hueco lleno de agua café, mezclada por los carros que pasaban; cuando se disponía a maldecir por su desdicha levantó el rostro con una palabrota dibujada entre sus labios, que olvidoal momento en que la vio; ella pasaba casi levitando por su lado, era hermosa así como los sueños, y Jhon Fredy trató de recordarla de otras vidas, pero no, una persona así no se puede olvidar jamás,observó detenidamente su espalda que ostentaba un lunar tímido para su escote y sus pensamientos volaban tras de ella cuando un fuerte chapuzón ocasionado por el agua de aquel hueco, lo sustrajo demanera violenta de ese embrujo, de esa figura blanca que se hacía más débil en medio de tanta gente, y con desconsuelo decidió recorrer la cuadra que faltaba para llegar a su trabajo.
Esa noche,...
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