una pequeña provada de ciela

Una pequeña probada de cielo:
Otoño del 2011, Hallsat, Australia.
Iba caminando por el parque me encantaba verlo cubierto de hojas de hermosos tonos cobrizos y dorados, había tenido un ciclo escolar un poco pesado y quería relajarme y disfrutar de las vacaciones. Me dirigía a mi cafetería favorita “Harley’s” que no se encontraba lejos, cuando de la nada sentí una brazo que rodeaba fuertementemi cuello con una daga en la mano:
-¡Dame tu billetera!-
Estaba tan asustada que no podía siquiera contestarle o sacar mi billetera del bolsillo y entregársela para que el hombre se fuera y me dejara en paz.
-¡Suéltala!
Escuche una voz que le gritaba al asaltante que me soltara, no la reconocí pero eso era lo de menos, antes de que me pudiera girar el tipo me arrojo y vi que el que gritabaera un chico que no pasaba de mi edad y estaba peleando con el ladrón. Lo único que me pasó por la mente fue buscar a un policía, gracias al cielo había una patrulla en las orillas del parque y rápido corrí a pedir ayuda, quería que el chico saliera lo menos golpeado posible, era lo más que podía hacer después de ver cómo me defendía. Pronto llegaron las autoridades que detuvieron la pelea y sellevaron al asaltante.Aún tenía lágrimas en los ojos, estaba asustada, tensa, nerviosa, tenía de todo, nunca había estado en una situación así lo mejor que hice fue sentarme en el piso y llorar. El chico que me había salvado al verme tirada en el pasto, se acercó junto al roble en el que me recargaba y se sentó conmigo.
-Oye, ¿estás bien?- Me preguntó con ternura mientras me limpiaba las lagrimas. Suvoz me hacía sentir segura, ese sentimiento como… El que sientes al abrazar a tus padres, o quizá como la seguridad que te da taparte con la sabana hasta la cabeza cuando tienes miedo.
-La pregunta es, ¿tú estás bien?, he visto como peleabas con ese malnacido y tengo miedo de que te hiciera alguna herida o un moratón serio-.
-Descuida, yo estoy bien, fueron solo unos golpes, no son la grancosa, y honestamente… -Se acercó a mi oído -Ese idiota no sabía pelear-.
No pude evitar soltar una carcajada al escucharlo decir eso y vi que el también reía.
-Bueno, y, ¿cuál es tu nombre?, nunca te había visto por aquí antes-
-Me llamo Clinton, acabo de mudarme aquí hace como dos días, y tú, no me has dicho tu nombre-
-Me llamo Katherine- Le dije con un poco de timidez y ya más calmada, ahorasí lograba verlo bien, de profundos ojos marrones y con un pelo negro no muy largo un poquito más debajo de las orejas y linda sonrisa.
-Qué lindo nombre, hey, no llevo mucho viviendo aquí pero sé de un café que no está lejos de aquí, se me ocurría que quizá podríamos ir, para pasar el rato-.
-Me parece una excelente idea, mira como son las cosas, justo para allá me dirigía antes de que…- Mirostro de pronto se empezaba a entristecer de nuevo al recordar esa horrible escena.
-No digas más, mejor pongámonos en camino y llegamos más pronto- Apenas dijo eso me miró con una sonrisa, se levantó y me tomo de la mano.
No habíamos dado dos pasos cuando sentí que las mejillas me comenzaban a arder y mi cara se ponía roja por pensar que iba de la mano con él.
-¿Alguna vez te han dicho lolinda que te ves cuando te sonrojas?- Me susurró al oído. No pude evitar esbozar una sonrisa al oír esa frase y ponerme a un más roja, nunca me habían dicho algo así, de hecho, nunca había tomado a nadie de la mano a excepción de mis padres claro.
-¿Qué pretendes, dejarme roja hasta que no haya diferencia alguna entre un tomate y mi cara?-
-No exactamente, pero sí dejarte roja te hace felizentonces lo haré-.
¡Dios!, me palpita el corazón a una velocidad a la que nunca había ido antes, ¿será que me enamoré de él?, no lo sabía con certeza, bueno, en realidad sí lo sabía pero no quería admitirlo, jamás había lidiado con el amor y pensar que lo estoy sintiendo se me hace extraño pero, al mismo tiempo, hermoso.
Llegamos a la cafetería, estaba comenzando a llover nos sentamos en una mesa...