Una pipa por la paz

Una pipa por la paz
Julio Gilberto Muñiz Caparó

Yo también soy parte de la historia del Perú y he vivido de cerca el hambre, el desorden y la violencia de los años noventa ¡si señor! y a mi, no me pueden contar cuentos como los muchos que ya se han contado en nuestra patria, dijo el hombre a sus compañeros de mesa que, embebidos de recuerdos y saturados de alcohol, traían a la memoriaaquellos acontecimientos que el fanatismo terrorista terminó de lastimar las honduras del Perú. Un segundo antes había atravesado su gargüero con un “compuesto” de cáscaras y raíces maceradas en un líquido aguardentoso posiblemente destilado de clavos y tachuelas. Por la cara que puso al beber el “wacto” así llamado por los campesinos del sur, me hizo pensar que más bien se habría surcado el gaznate conun fierro candente que calcinó sus ya ulceradas entrañas, Yo soy uno de los que puso el hombro para darle rumbo al cultivo del pijuayo de donde sale el palmito –afirmó- Yo he vivido por años en el mismo cogollo de la selva peruana, donde se abre el llano amazónico que deja atrás la llamada cordillera “Escalera”, ¡Escúchenme amigos! Yo he ayudado a resistir la injusticia y a sobrevivir laindolencia que malogró durante mucho tiempo a ese heroico pueblo como muchos hay en el Perú. Miró a sus amigos para hacer un respiro y arrimarse el tercer “wacto”, Nadie mas que yo para contar cómo esa comunidad supo llevar a cuestas sus graves problemas sociales relacionados con el agua, el aire, el suelo, la salud y la total ausencia de bienestar común. Sus ojos brillaron por la indignación del recuerdo,Si eso sigue así, pasados veinte años, nada tengo que decir ni reclamar porque ya me cansé, ¡si señor!, estoy cansado, no tanto por viejo cuanto por estar molido de alma y cuerpo y muchos de los que compartieron conmigo esas luchas, tal vez si se habrán muerto junto con sus esperanzas –martilló. Ese pueblo–agregó- se llama “el Pongo de Caynarachi ¡si señor! Se sirvió con mano temblorosa el cuartotrago mañanero, según él para curar el cuerpo de la andanada nocturna que se había arrimado con igual veneno hasta quedarse dormido. Se llamaba Víctor Mujica Warqqa. Tendría ochenta años de edad pero representaba setenta. Le decían “machu michi” que en el idioma quechua significa “gato viejo”, porque tenia la apariencia de un león con el pelo cano y largo y el rostro fiero. En sus buenos tiemposhabía sido dirigente campesino con frondosa trayectoria y credibilidad, prestigio que lo fue perdiendo con el paso de los años y las continuas frustraciones que lo habían conducido a la disipación y el alcohol, El Pongo de Caynarichi –recalcó- está ubicado en la parte más estrecha y peligrosa del río del mismo nombre. Es una de las aldeas mas deprimidas de la provincia de Lamas, ¡Carajo!, hubomomentos en que yo llegué a creer que ese pueblo había sido apartado de la bondad de Dios, para que el mundo comprendiera que infiernos como ese no deberían haber mas ¡Si señor!, Yo he vivido en esa condenación con todo el desorden social, la ausencia de valores, la contaminación ambiental, el narcotráfico, la inseguridad, la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la prostitución; y, claro está, laviolencia que es la que finalmente nos terminó de fulminar. El “machu michi” encendió un cigarro, aspiró el humo hasta mandarlo al último rincón de sus viejos pulmones y continuó, Su gente, sin embargo, en medio de esa calamidad, luchaba como yo ¡si señor! no aceptando nada, siempre pensando en que las cosas podrían cambiar. Eran personas que sin ningún consuelo, miraban de vez en cuando haciaarriba aun sabiendo que las soluciones no estaban precisamente en el cielo. Y esto que les voy a contar, yo lo he vivido, compañeros, y así mismito como ocurrió se los voy a decir. Abrió los ojos al ver la botella en las finales, pensando que algún compañero de mesa pudiera adelantarse, con mano tembleque se sirvió hasta los conchos y sin darse pausa se lo bebió de un solo tirón siempre haciendo mil...