Una sonrisa m s y nos vamos 2

 Una sonrisa más y nos vamos

Por Juliana Henao

Yo ya había estado ahí, tal vez frente a la misma puerta, me había dado cuenta de todo lo que sucedía en ese hospital, un lugar que toca todos los días la delgada línea de la vida y la muerte, supongo que es el ciclo y aunque nadie nos lo dijo es parte de la vida. Sin embargo la historia se repetía para mi. Ansiosacaminaba de un lado a otro y esperaba a que aparecieran dos personas que me enseñarían una vez más a ver ese edificio de color pálido de una manera diferente. Por fin los vi, sus narices rojas y sus batas de colores resaltaban  entre los peatones que pasaban. Sus zapatos grandes daban pasos firmes y en un segundo sus caras se transformaron en coloridos lienzos listos para robar sonrisas.Finalmente cruzamos la entrada y todo empezó a transformarse.  La gente miraba un poco extrañada a estos personajes y ellos respondían estas miradas con chistes y magias. Subimos al ascensor y llegamos a nuestro destino: cuarto piso, pediatría. Todo estaba en silencio, de vez en cuando se oía  un llanto lleno de dolor o se veía un niño en el pasillo. El ambiente era tenso pero las paredes parecían empezara tener salpicaduras de pintura y la música invadía el corredor.

Como si estuviera en un sueño entre a este mundo fantástico donde los hospitales se convierten en lugares mágicos, que son custodiados por payasos, por princesas con narices rosadas y por magos que sacan conejos de peluche de su sombrero. En ese momento algo pasó, el tiempo se empezó a detener  y mientras íbamos cuarto por cuartoel dolor desaparecía por un rato  las carcajadas de los niños hacían que los minutos de visita parecieran horas y que las medicinas supieran a chicle como las burbujas que volaban por ahí.  El ambiente tenso empezaba a ser aire limpio lleno de energía para todos en el cuarto.

Debo aceptar que me sentía un poco extraña también, el ambiente pesado de un hospital no es nada fácil de asimilar y lo esmenos aun cuando uno se encuentra con personas que están sintiendo dolor. Aunque el aire se sentía un poco mas ligero al entrar a esas habitaciones mi corazón latía con fuerza, casi lo podía sentir, tenía un hueco en el estómago y mis manos sudaban un poco, cosa que se arreglaba con el jabón antibacterial que debía utilizar al entrar y al salir, yo estaba en un segundo plano, la gente se dabacuenta que estaba ahí parada sin embargo, Lo único que se me ocurría era observar, registrar cada segundo lo que sucedía, lo felices que eran los pequeños al ver cómo los pañuelos desaparecían y cómo las pelotas se multiplicaban en las manos del Doctor Big. De vez en cuando me sentía parte de lo que ocurría y con mis manos decidí acompañar algunas canciones que ya me estaba aprendiendo.

Repetía unay otra vez en mi cabeza ¿Cómo no había estado un poco más acorde con la situación? ¿Cómo no había llevado algo más colorido en mi vestuario? Para así estar un poco más involucrada con lo que estaba ocurriendo. Y tal vez por los nervios se me había olvidado ponerme la nariz roja, con la que jugué todo el tiempo en mi bolsillo. Las horas iban pasando y yo me sentía un poco menos tensa con lo quepasaba en el cuarto, ese pasillo de pediatría de repente se me olvidaba y me gustaba ver la reacción de los papás y los niños y mi piel se erizaba un poco al sentir el amor con el que el doctor Big y la doctora pepa estaban trabajando.

Empecé a sentir una sensación rara al darme cuenta que no veía la hora de que llegáramos a otros cuartos y conociéramos otras historias donde los pequeños seconvertían en protagonistas y sus familias participaban alegremente de lo que ocurría; las cámaras no se hacían esperar, al final todo iba a ser un lindo e imborrable recuerdo de esos que se ven en los álbumes de fotos y generan felicidad pero en ese momento era parte de la realidad. Al salir del cuarto todo volvía a estar normal, la televisión pasaba otra vez a ser importante y los niños...