Unbanned
Páginas: 6 (1291 palabras)
Publicado: 12 de abril de 2015
En Bonn las cosas sucedían siempre de modo muy distinto; allí nunca he salido a escena, allí vivo, y el taxi que tomaba nunca me llevaba a un hotel, sino a mi propio piso. Debí decir: nos llevaba, a Marie y a mi. Ningún conserje en la casa, a quien pudiese yo confundir con un empleado del tren y, sin embargo, este piso, en el cual paso de tres a cuatro semanas cada año, es para mí más extrañoque cualquier hotel. Tuve que contenerme para no tomar un taxi en la estación de Bonn: este gesto lo tengo tan bien ensayado que casi me pone en un apuro. Me quedaba un solo marco en el bolsillo. Permanecí en la escalinata y comprobé mis llaves: para la puerta de la casa, para la del piso, para mi escritorio; en el escritorio encontraría las llaves de la bicicleta. Hace tiempo que pienso en unapantomima con llaves: pienso en un manojo de llaves de hielo, que se van derritiendo mientras transcurre el número. Sin dinero para el taxi, y por primera vez en mi vida necesitaba uno urgentemente: mi rodilla estaba hinchada y a duras penas atravesé cojeando la plaza que hay delante de la estación, en dirección a la Poststrasse; dos minutos tan sólo desde la estación a nuestro piso, que meparecieron interminables. Me apoyé contra un automático de cigarrillos y lancé una mirada a la casa, de la cual mi abuelo me había regalado un piso; elegantes apartamentos imbricados uno en otro, con balcones revestidos de tonos discretos; cinco pisos, cinco tonalidades distintas para los balcones: en el quinto piso, donde los balcones son de color orín, vivo yo. ¿Era un número que yo representaba? Meterla llave en la cerradura de la puerta, sin asombrarme de que no se derrita, abrir la puerta del ascensor, apretar el botón para el quinto: una suave trepidación y me siento transportado hacia arriba; una mirada, a través de la mirilla del ascensor, al respectivo descansillo de laescalera y por la ventana del descansillo: el dorso de un monumento, la plaza, la iglesia, aparecen iluminados; untramo oscuro, el techo de hormigón y de nuevo, en visión ligeramente descentrada: el dorso, plaza, iglesia, son enfocados: tres veces, la cuarta vez tan sólo plaza e iglesia. Introducir en la cerradura la llave del piso, sin asombrarme de que también esta vez se abra la puerta. Todo de color de orín en mi piso: puertas, artesonado, los armarios empotrados; una mujer en batín rojo de orín, sobre lacama turca de color negro haría buen juego, sólo que no sufro únicamente de melancolía, jaqueca, indolencia y del don místico de percibir olores por teléfono; mi dolencia más atroz es mi inclinación a la monogamia; sólo hay una mujer con la cual puedo hacer todo lo que los hombres hacen con las mujeres: Marie, y, desde que ella me ha abandonado, vivo como debería vivir un monje, sólo que no soyningún monje. He pensado si debía tomar el tren e ir a pedir consejo a uno de los sacerdotes de mi antiguo colegio, pero todos esos sujetos tienen al hombre por un ser polígamo (por esto defienden con tanto ardor la monogamia); debo de parecerles un monstruo, y su consejo no sería más que una velada alusión a esos antros, en los que, como ellos creen, se puede comprar el amor. Los cristianos aún medejan perplejo alguna que otra vez, como me ocurrió en cierto modo con Kostert, quien realmente consiguió asombrarme, pero de los católicos ya no me asombra nada. Llegué a sentir gran simpatía por el catolicismo, incluso cuando, hace cuatro años, me llevó Marie a ese "círculo de católicos progresistas"; ella tenía interés en presentarme a católicos inteligentes, y, naturalmente, con la segundaintención de que yo algún día podría convertirme (todos los católicos tienen esta segunda intención). Ya los primeros minutos entre ellos fueron espantosos. En aquel tiempo me hallaba yo en una fase difícil de mi formación como payaso, sin cumplir aún los veintidós años, y ensayaba todo el día. Me había alegrado la perspectiva de esta velada, estaba rendido de cansancio y esperaba una tertulia más o...
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