Unicornios sin cabeza libro.pdf
CABEZA
Rafael Marín Trechera
Rafael Marín Trechera
© 1987 by Rafael Marín Trechera
© 1987 Ultramar Editores S.A.
Mallorca 49 - Barcelona
ISBN: 84-7386-451-4
Edición digital: Elfowar
Corrección: Umbriel
R6 10/02
ÍNDICE
Un payaso arrepentido
Habrá un día en que todos...
Otros días, otros sueños
Mein führer
Ángel exterminador
Nunca digas buenas noches a unextraño
La luna pálida
Un ligero sabor a sangre
Como el paisaje roto
Los caminos de la arena
Métalas
UN PAYASO ARREPENTIDO
¿Sabes, tovarich? Hace mucho tiempo leí un libro donde el protagonista —un asesino,
un verdadero tío duro con cojones— decía una vez que matar a un hombre producía la
misma impresión que matar a una mosca. Como lo oyes. Recuerdo que entonces, cuando
leí aquel libro,juzgué exagerada aquella extravagante afirmación. Literatura, pensé. Pura
basura literaria, es todo. Hoy, cuando hasta las moscas han dejado de resultarme
molestas, puedo asegurar que aquel hombre del libro tenía razón, camarada. Toda la
razón.
Alcánzame esa cantimplora, Dimitri, eeeso es. Estáte quietecito mientras bebo, ¿eh?
Tengo el dedo en el gatillo y me importaría bien poco disparar.¿Qué eres tú, después de
todo? Un cerdo rojo, un cabrón de comunista más. No me importaría nada hacerte otro
agujero en tu roñosa piel, te lo juro por todo lo que es santo. Pero quiero charlar,
compañero. Tu vida a cambio de unos segundos de charla. ¿Verdad que te emociona la
idea? Billy, el yankee, haciéndose el marica delante de Dimitri, el bolchevique. Ag, toda
una historia.
¡No te muevas!¡No te muevas y déjame hablar, hijo de puta! ¡Escúchame, cabrón!
¡Así! ¡Quieto así! ¡Sin chistar! Muy bien, muy bien, muchacho. Veo que sabes hacerte
querer. Eres una buena persona, comunista. Me gustaría no tener que matarte. Bien,
bien, bien. Puedes bajar los brazos, pero ándate con ojo.
¿Te imaginas dónde estaba yo cuando empezó esta piojosa guerra? ¡En el colegio, sí
señor! ¡Mirándole laspiernas a una puta de maestra que nos enseñaba ruso! La muy
pendona... creo que ella también era comunista, pero la verdad es que estaba muy
requetebuena, ¿sabes? La llamábamos el conejo de hielo, Vladimir, porque era fría como
una noche en Siberia. Fue una lástima que termináramos linchándola cuando todo estalló,
pero la muy guarra tuvo la culpa. ¡Se le acabaron las ganas de contonearse,compañero!
¡Cómo pataleaba y chillaba, la hija de la gran puerca! Fue muy divertido todo, en especial
cuando la clase enterita se la pasó por la entrepierna, rusky. Al final ya no le quedaban
fuerzas ni para cagarse en nuestros muertos. Ella tuvo la culpa. No se puede ser rojo en
este mundo, camarada. Está prohibido.
¿Y a que no aciertas dónde coño estaba yo cuando me llamaron a filas? ¿A que no?Date por vencido, Kruschev, no lo adivinarías nunca. Estaba en el cine. Estaba viendo
una película de indios y en mi casa me esperaba la citación del gobierno. Qué putada. Yo
riéndome cada vez que uno de los cochinos apaches recibía un tiro en plena boca y esa
maldita citación en el buzón de mi casa. Qué putada, chico. Un auténtico alarde de humor
negro. Ni ese mal nacido que Dios confunda, elsargento Waldon de las narices, lo
hubiera preparado mejor.
Ya imaginas, muchacho. Salí del cine, compré un poco de hierba, dos burgers y unas
cuantas cervezas, dejé a Cindy en su casa y volví a la mía caminando a lo largo de la
calle desierta. Todavía me sentía como Clint Eastwood. Ni remota idea de lo que me
estaba esperando.
Ma estaba en la puerta, sentada en el porche con la cartaabierta en las manos. Creo
que lloraba. Pa estaba despatarrado en una hamaca, gordo y fofo como Noé, escuchando
las noticias de las once. El presidente, maldita sea su cara sonriente, iba a hablar dentro
de un rato. ¿Otra batalla que hemos perdido? —pensé en voz alta—. ¡Alegrad la cara,
tíos, que no se acaba el mundo!
Qué coño de batalla ni qué leches. Ma me explicó entonces de qué iba el...
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