Universidad, Ciudadanía Y Espacio Público

Eje temático: La Universidad, participación y construcción de ciudadanía

Universidad, ciudadanía y espacio público

Por Lic. Ignacio Barbeito
“(...) a una universidad que sería lo que siempre debió haber sido o pretendido representar, es decir, desde su principio, y en principio, una “cosa”, una “causa” autónoma, incondicionalmente libre en suinstitución, en su habla, en su escritura, en su pensamiento”.
Jacques Derrida

I

En su libro En busca de la política el sociólogo Zygmunt Bauman refiere los acontecimientos acaecidos en tres ciudades de Inglaterra tras el anuncio de que a un pedófilo se le había concedido la libertad para regresar de la prisión a su hogar. Este sucesodesencadenó espontáneas manifestaciones callejeras de protesta que concitaron la atención de políticos y funcionarios. Ante la negativa de los mismos a vindicar los reclamos de los manifestantes una de las líderes de la protesta, recuerda Bauman, afirmó: “Lo que nos gustaría hacer ahora es relacionarnos con otras campañas de protesta. Hay muchas voces pequeñas en muchas zonas del país. Si logramosque nuestra voz sea más grande, podríamos avanzar más rápido”[1].

Manifestaciones como ésta se suceden todas las semanas convirtiéndose en objeto efímero de una también efímera noticia periodística. La causa puede ser cualquier cosa y, salvo casos excepcionales, ella no llega a ser nunca el núcleo significante de la manifestación. Lo que presta su sentido subjetivo a estos eventos es laposibilidad que ellos brindan de vivenciar una experiencia colectiva trascendiendo la prisión de la propia individualidad, de encontrar otras voces y otras vidas junto a las cuales poder contrarrestar el miedo, la angustia, la incertidumbre y la desesperación que impregnan la existencia del individuo confinado en su recinto privado. La causa de las manifestaciones no hace más que prestarle unrostro visible y definido a lo que para cada quien se presenta como un difuso e innominable malestar.

Por un momento los individuos congregados en multitud hacen valer lo que perciben les ha sido arrebatado: su derecho a intervenir públicamente y a tomar parte en las decisiones que los afectan, en esas decisiones socialmente encomendadas a expertos y personas profesionalmente abocadas alejercicio de la política. Reclaman, sin reconocerlo siempre, un derecho a sustraer la política de la mano de los “políticos” para ponerla en manos de quienes ahora se representan a sí mismos no ya como clientes ni como usuarios sino como ciudadanos.

Sin embargo, no hay que creer que se trata aquí de una repentina “toma de conciencia”: la participación se asemeja más a un episodio de fugazcatarsis sostenido por la presencia de cualquier posible chivo expiatorio que al develamiento de una necesidad de emancipación y autodeterminación. Las movilizaciones no se sostienen en el tiempo como tampoco cristalizan en formas perdurables de discusión y de acción. Producida la descarga emocional cada uno vuelve a su casa y el espacio público es conquistado por las sombras. Lo dado vuelve aimponerse como un límite.

II

En la universidad pública argentina, y no sólo en ella[2], la escena es similar, aunque menos bulliciosa. Esta última circunstancia obedece al hecho de que ni siquiera se producen, al menos desde el año 1995, movilizaciones masivas. Habiendo sido en otro tiempo un auténtico caldero de pasiones políticas, habiendo capitalizado los efectos de las fuerzasemancipatorias de la sociedad civil y, en ocasiones, a esas fuerzas mismas -produciéndolas, impulsándolas y orientándolas-, concede hoy sus energías a la tarea de adecuarse a una normatividad externa que procura volverla funcional al sistema social. El malestar se deja sentir, pero lejos de traducirse en acciones colectivas se desahoga en la escritura de artículos de opinión y ponencias[3]....