universidad
Fue repasando los detalles: la calle de tierra, las casitas de madera y cartón verde, los grandes árboles de mango, el árbol de pana, los corrales de cerdos, las gallinas correteando entre loscharcos seguidas por los pollitos, los gallos picoteando el maíz en el fondo de sus jaulas, los balcones de maderas podridas y sin pintar, las macetas de flores en aquel balcón rojo y azul, y a lolejos, apenas disimulado por las casitas que se apeñuscaban en sus bordes, el cauce del Río Yagüez. Se lo sabia de memoria. Desde el primer día que acom¬pañó a Providencia hasta la habitación habíacomenzado, impulsada por una extraña fascinación, a grabar cada detalle del paisaje que se extendía a los pies de la ventana. Era un rito diario. Mientras Provi lavaba la ropa, ella aprovechaba paradeslizarse hasta aquí.
Llenándose los pulmones con el olor a leña que subía por la ventana, Ana Inés se atrevió hoy a abrirla de par en par. Como su madre le tenía prohibido cruzar el puente que conducía alas habitaciones de los sirvientes, Ana Inés solía pasar grandes sobresaltos. Temía ser sorprendida. En las larguísimas horas de su existencia solitaria ensayaba día y noche las una y mil maneras de...
Regístrate para leer el documento completo.