Uno Dos

CAPITULO I
De la casa Bladesover, de mi madre, y de la constitución de la sociedad

La mayor parte de la gente de este mundo parece que vive “en carácter”; pues tiene su principio, su medio y su fin, y las tres cosas dependen una de otra y son verdaderas para las reglas de su tipo. Podemos hablar de ellas como si fueran de este o de aquel tipo. No son, como dice la gente de teatro, ni más nimenos que “actores en carácter”. Tienen su correspondiente clase, su localidad, y saben lo que sucede en ellas y lo que se les debe, y el tamaño adecuado de sus lápidas de panteón, dicen, por último, lo bien que han representado sus respectivos papeles. Pero hay también otra clase de vida en la que no se vive tanto de ensayos. Se ve uno herido de través por alguna fuerza insólita, se ve unolanzado de la capa general y obligado a vivir siempre atravesado toda la vida. Yo soy precisamente una de esas personas, y por eso me pongo a escribir sobre esto en forma de novela. He recibido tan raras impresiones que necesito forzosamente decir algo de ellas con la mayor urgencia. He visto la vida desde diferentes alturas, y desde todas esas alturas la he visto con una especie de intimidad, y sobretodo, de muy buena fe. He sido nativo de mis países sociales. He sido huésped mal recibido de un primo mío que era panadero, que murió después en el hospital de Chathan; he comido ilegalmente de las dispensas de otros – el injustificable regalo del lacayo – y me he visto depreciado por mi falta de estilo (y por consiguiente casado y divorciado) con una hija de un empleado en la fabrica del gas; y,para tocar otros extremos, diré también que en una ocasión me vi – ¡oh días esplendorosos aquellos! – entre la familia de una condesa. Era esta una condesa de aspecto financiero, pero condesa al fin, no les quepa a ustedes la menor duda. En su mesa no solo encontré lo noble sino lo grande. Recuerdo muy bien que en una ocasión vertí el champañ de mi copa sobre los pantalones del mayor estadista delimperio, en medio del entusiasmo de nuestra mutua admiración; ¡pero líbreme Dios de pronunciar su nombre por envidia o vanidad!
En esta ocasión (esta es la cosa más accidental de mi vida) asesiné a un hombre… Sí, es mucha verdad, yo he visto gran variedad de personas y diferentes maneras de vivir. Casi todas eran personas muy extrañas, altas y bajas, muy parecidas en su fondo, y completamentediferentes en sus superficies. Hubiera deseado poder abarcar más categorías, altas y bajas. Comprendo que debe ser muy interesante y divertido al mismo tiempo conocer a personas reales. Pero mi contacto con los príncipes se ha limitado siempre a las veces que los he visto por la calle, y por el otro extremo de la escala social tampoco he tenido ocasión de alternar con la gente sucia y empolvada queanda a pie por las carreteras y se reúnen a beber en los ventorros. Mi trato con la jerarquía de duques no fue tampoco muy importante; en una ocasión salí de caza con un duque y cometí la torpeza de pegarle un tiro en las pantorrillas, pero no le di.
Siento por lo tanto no haber podido completar el estudio de todas las clases…
El lector querrá saber, como es natural, como me arreglé paraestudiar estas clases sociales, esta gran sección del organismo social británico. Por un accidente de nacimiento, por eso fue, sí, señores. Y este nacimiento ocurrió en Inglaterra. Yo era el sobrino de mi tío, y mi tío era nada menos que Eduardo Ponderevo, cuyo tránsito financiero parecido a un cometa, ocurrió hace diez años ¿No recuerdan ustedes los días de Ponderevo, quiero decir sus grandes días?¡Será porque no les interesa ni poco ni mucho las comisiones rentísticas! Pero tienen ustedes que conocerle por fuerza, porque si bien es verdad que aquello fue tan fugaz como el paso de un cometa, en cambio dio un trueno tan grande como si hubiese estallado en el espacio un cohete enorme de grande, y todos los accionistas hablaron de su estrella. ¡Cielos, qué tiempos aquellos! ¡El Napoleón de...