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iempos difíciles vive el otrora intocable Germán Larrea Mota Velasco. Delincuente ecológico durante décadas, al igual que su padre, del que heredó el imperio del cobre (ironías del juniorismo,pues su principal adversario directo, Napoleón Gómez Urrutia, ahora sedicente héroe proletario, también recibió por esa vía dinástica el negocio sindical minero), ha entrado en crisis a causa de losderrames tóxicos en Sonora, que han permitido a la administración Peña hacer reajustes ejemplarizantes con uno de los principales multimillonarios del país.
Además de imponerle sanciones económicascuantiosas y de exhibirlo negativamente a través del Ministerio Televisivo de la Verdad Oficial (el ministerio de las estrellas), se aplicó a Larrea un castigo con tufo a episodio de novela siciliana,pues su rostro largamente mantenido a resguardo de las miradas colectivas fue dado a conocer por el área de prensa de Los Pinos, en una suerte de decreto gráfico de vulnerabilidad regulable a discreciónpor el cesarismo empeñado en demostrar públicamente el poderío de su pulgar sentenciador, que en esta ocasión se ha mostrado (provisionalmente) hacia abajo condenando a (temporal) castigo al nocivodueño del Grupo México.
En la orquestación del plan oficial contra el tóxico Larrea y su apetecible Grupo México ha jugado un papel especial el ministerio antes mencionado, a cargo de EmilioAzcárraga Jean. Ya con la mira puesta en el indefendible Larrea, un buen día se multiplicaron los señalamientos del conflicto de intereses que significaría para el dueño del Grupo México el aspirar a contarcon una cadena de televisión nacional y ser al mismo tiempo consejero de Televisa. Luego vino la renuncia oficial del depredador minero al asiento en la firma confeccionadora de las principalestelenovelas políticas del país.
Tanto daño han causado Larrea y su grupo, y el propio mandatario sonorense, que casi no levantó polvo el nuevo golpe contra el federalismo asestado por Peña y su...
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