¡Valiente Mundo Feliz!

¡VALIENTE MUNDO FELIZ!
Robert Milliken

Hace diecisiete años un grupo de hippies australianos compró tierras en Nimbin y estableció lo que pensaron sería una utopía en Nuevo Gales del Sur. Ahora su sueño está amenazado tanto por la heroína como por el descubrimiento de que la vida comunal es más complicada de lo que habían imaginado.

El camino a Valle Paraíso cruza un arroyo sobre unaestrecha pasarela de cemento en la que se han grabado dos corazones. Estaba yo en el puente contemplando los corazones, las mariposas y los loros rojos y brillantes que volaban entre los árboles, cuando salió un hombre desnudo de entre los arbustos y se paró frente a mi. Después de una breve pausa, le pregunté: “¿Eres Geoff?”. Estaba medio calvo, se veía ya maduro y usaba anteojos grandes y sin arillo.Del cuello para arriba, por lo menos, podría haber sido un hombre de negocios de Londres, Sydney o cualquier otra gran ciudad. “Si”, dijo. Nos dimos la mano. Me guió a través de los arbustos hasta una cascada que caía en una profunda alberca de piedra. “Voy a nadar un poquito más y luego te llevo a mi casa”.
Era Geoff Rowe, que había sido hippie. En 1973, a los treinta años de edad, Rowe se unióa miles de jóvenes que dieron la espalda a empleos y ciudades de toda Australia y se dirigieron al pueblito de Nimbin en el norte de Nuevo Gales del Sur, para el Festival Acuario de música. Cuando terminó el festival, muchos de ellos se quedaron ahí. El pueblo pronto se convirtió en una meca de cultura alternativa. Mientras el resto del mundo caminaba, Nimbin siguió siendo un lugar donde se podíarecomenzar la vida, donde el materialismo podía evitarse a cambio de cuidarse y compartir el uso colectivo de la tierra.
Hoy en día, Nimbin parece un residuo temporal de Katmandú o Goa de principios de la década de 1970. El pueblo en realidad sólo tiene una calle, la Calle Cullen, cuyas tiendas están decoradas con murales de colores brillantes que incluyen lemas como “la tierra primer”, o“piensa globalmente, actúa localmente”. Las fachadas de las tiendas se aprietan unas con otras: “Verdulería Orgánica”, “Carnes del Pueblo de Nimbin” (con un arcoiris pintado delineando el techo y la especialidad de pescados varios), el “Centro de Buda de Medios Curativos”, la “Red de Ahorradores de semillas”, la “Panadería de Horno de Ladrillo”, “Bienes Raíces Estilo de Vida “, y el “Café Arcoiris”.
Perono hay que mirar con demasiada atención. Si se hace, se verán niños salvajes vendiendo drogas a turistas ricos. Casi seguramente se verá heroína, la plaga que los hippies originales lograron mantener fuera de Nimbin durante años,

pero que en épocas recientes se ha arraigado en el pueblo. Ahora, con unos cuarenta años de edad y todavía en las comunas que fundaron en los cerros cercanos hacediecisiete años, los viejos hippies sacuden la cabeza en desesperación al ver que su sueño corre el peligro de ser devorado por una nueva ola de dinero, mercenarios y drogas fuertes.
Nimbin, un pueblito típicamente conservador, no era un lugar muy apto para dar a luz el sueño de la Nueva Época. Pero es fácil entender qué fue lo que arrojo a los nuevos pobladores. Asentado en las colinas al pie delas montañas Nightcap, rodeado de bosques tropicales, cascadas y una urdimbre de arroyos que alimentan el río Richmond, Nimbin tiene no sólo una gran belleza natural sino también un clima subtropical con lluvias regulares y mucho sol, en que se da profusamente cualquier cultivo, inclusive marihuana.

Muchos de los hippies que llegaron para el Festival Acuario habían estado en las universidadesdurante la turbulencia de la década de los sesenta, y fueron impulsados por los ideales de los gurús de la época, como Tímothy Leary y Theodore Roszak, cuyo libro The Making of a Counter Culture fue como un Biblia. En el pequeño Nimbin (con población de 400 en aquel momento), encontraron el ingrediente esencial para el experimento de formar una nueva sociedad: Tierra barata.
Plagados por una...