Valle Inclán y el Greco

Valle- Inclán y El Greco: suprema quietud



"La quietud es la suprema norma. Si purificásemos nuestras creaciones bellas
y mortales de la vana solicitación de la hora, se revelarían como eternidades"

Ramón María del Valle Inclán (La lámparamaravillosa)

Ramón María del Valle Inclán (1866-1936), aparte de ser uno de los más grandes escritores de la literatura mundial, y posiblemente por eso lo era, fue un cruzado de las letras, un creador que hizo del arte una milicia.

Obsesionado con la excelencia formal, pule de tal manera su prosa, que de limpia y cristalina abruma, resultando en muchasocasiones difícil de asimilar.

El propio Valle, en su obra La lámpara maravillosa, auténtica declaración de intenciones sobre su quehacer vital y literario, así lo expresa: “Ambicioné que mi verbo fuese como claro cristal, misterio, luz y fortaleza”.

Desde la forma hacia el fondo, ético y estético en su vida y en su obra, hizo de las palabras espejos mágicos evocadores de todas lasimágenes del mundo, por lo que no podía resultarle indiferente una figura como la del Greco, posiblemente uno de los cuatro o cinco supremos hacedores de imágenes de la historia de la pintura mundial, en cuanto a reconocible y original de su obra, junto a Van Gogh, Klimt, Goya o Picasso.

Valle vierte su visión de Toledo y del Greco en La lámpara maravillosa, escrito del que curiosamente Valle, unautor tan ingente como magnífico, dijo que: «Éste es el libro del cual estoy más satisfecho, tanto por la forma porque me parece que logré la idea que tenía, de que él despertara en los lectores una emoción diversa y que, (…), pudiera tener verdades de eterna belleza; siempre nuevas, porque cada quien las siente, puede interpretarlas».

Aunque Valle no oculta su ascendencia literaria por las fierasy violentas historias de capitanes y aventureros, por lo que les admiraba era, no tanto por sus gestas, sino por el temple de sus almas. Será esa voluntad férrea, esa mística, la que inspirará la disciplina estética que se impuso como “un cerco de espadas” para, matando la vanidad, no dejar de exaltar el orgullo de escribir bien.

Valle era un romántico, pero como señalo, era ante todo unmístico. Valle golpea hasta la extenuación su verbo para forjar, con la paciencia y la dedicación del artesano excelente, ese claro y raro cristal que está hecho de misterio y de razón oculta.

Esa mística de la búsqueda del rasgo perfecto por adecuado, es la que atrae tanto al gallego de la poética descarnada hasta la espiritualidad, que significa al Greco. Porque, como vehemente y agudamentedefendía Unamuno, en su ensayo “Intelectualidad y espiritualidad”: «los espirituales, los soñadores, los que llaman aquéllos con desdén místicos, los que no toleran la tiranía de la ciencia ni aun la de la lógica, los que creen que hay otro mundo dentro del nuestro y dormidas potencias misteriosas en el seno de nuestro espíritu, los que discurren por el corazón, y aun muchos que no discurren.Espirituales y no intelectuales han sido los más de los grandes poetas».
A Valle, como gran esteta que era, le obsesiona, lo que él denomina el quietismo estético, esa instantánea atemporal que capta aquello que busca todo artista, y que tanto se envidia de los grandes pintores: saber atrapar para hacer eterna la esencia de la fugacidad. "Sólo buscando la suprema inmovilidad de las cosas, puede leerse enellas el enigma bello de su eternidad". Es ese quietismo lo que subyuga a Valle de las pinturas del Greco y, por extensión, de ese Toledo de piedra y postal anclado en el tiempo.
El Greco es definido por Valle-Inclán como artista alucinante, trágico y dinámico, en cuyo arte prevalece la idea de la muerte, la visión desde una ribera muy lejana: «la máscara donde la muerte con un gesto...