Vanguardia y Kitsch
Clement Greenberg
(Extraído de “Arte y Cultura”: Ensayos Críticos. Ed. Paidós España, 2002)
La misma civilización produce simultáneamente dos cosas tan diferentes como un poema de T.S. Eliot y una canción de Tin Pan Alley, o una pintura de Braque y una cubierta del Saturday Evening Post . Las cuatro se sitúan en el campo de la cultura, forman ostensiblemente parte de lamisma cultura y son productos de la misma sociedad. Sin embargo, todos sus puntos comunes parecen terminar ahí. Un poema de Eliot y un poema de Edie Guest (cantante popular de la época. N. del traductor): ¿qué perspectiva cultural es suficientemente amplia para permitirnos establecer entre ellos una relación iluminadora? El hecho de que tal disparidad exista en el marco de una sola tradicióncultural, que se ha dado y se da por supuesta, ¿indica que la disparidad forma parte del orden natural de las cosas? ¿O es algo enteramente nuevo, algo específico de nuestra época?
La respuesta exige algo más que una investigación estética. En mi opinión, es necesario examinar más atentamente y con más originalidad que hasta ahora la relación entre la experiencia estética –tal como se enfrenta a ellael individuo concreto, y no el generalizado—y los contextos históricos y sociales en los que esa experiencia tiene lugar. Lo que saquemos a la luz nos responderá, además de la pregunta que acabamos de plantear, a otras cuestiones, quizá más importantes.
I
Una sociedad que en el transcurso de su desarrollo es cada vez más incapaz de justificar la inevitabilidad de sus formas particulares rompelas ideas aceptadas de las que necesariamente dependen artistas y escritores para comunicarse con sus públicos. Y se hace difícil asumir algo. Se cuestionan todas las verdades de la religión, la autoridad, la tradición, el estilo, y el escritor o el artista ya no es capaz de calcular la respuesta de su público a los símbolos y referencias con que trabaja. En el pasado, una situación de este tiposolía resolverse en un alejandrinismo inmóvil, en un academicismo en el que nunca se abordaban las cuestiones realmente importantes porque implicaban controversia, y en el que la actividad creativa mermaba hasta reducirse a un virtuosismo en los pequeños detalles de la forma, decidiéndose todos los problemas importantes por el precedente de los Viejos Maestros. Los mismos temas se varíanmecánicamente en cien obras distintas, sin por ello producir nada nuevo: Estacio, versos en mandarín, escultura romana, pintura Beaux-Arts, arquitectura neorrepublicana.
En medio de la decadencia de nuestra sociedad, algunos nos hemos negado a aceptar esta última fase de nuestra propia cultura y hemos sabido ver signos de esperanza. A esforzarse por superar el alejandrinismo, una parte de la sociedadburguesa occidental ha producido algo desconocido anteriormente: la cultura de vanguardia. Una superior conciencia de la historia –o más exactamente, la aparición de una nueva clase de crítica de la sociedad, de una crítica histórica—la ha hecho posible. Esta crítica no ha abordado a la sociedad presente con utopías atemporales, sino que ha examinado serenamente, y desde el punto de vista de lahistoria, de la causa y el efecto, los antecedentes, las justificaciones y las funciones de las formas que radican en el corazón de toda sociedad. Y así, el actual orden social burgués ya no se presenta como una condición “natural” y eterna de la vida, sino sencillamente como el último término de una sucesión de órdenes sociales. Artistas y poetas pronto asumieron, aunque inconscientemente en la mayoríade los casos, nuevas perspectivas de este tipo, que pasaron a formar parte de la conciencia intelectual de las décadas quinta y sexta del siglo XIX. No fue casual, por tanto, que el nacimiento de la vanguardia coincidiera cronológica y geográficamente con el primer y audaz desarrollo del pensamiento científico revolucionario en Europa.
Cierto que los primeros pobladores de la bohemia –entonces...
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