vania vargas
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German Albornoz
20:30 (hace 22 horas)
para mí, Sonia
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From: Eddy Roma
Date: Sun, 30 Jun 2013 07:56:57 -0700 (PDT)
Subject: Vania Vargas escribe sobre Roberto Monzón
To: German Albornoz
Suplemento elAcordeón
elPeriódico, Guatemala
16 de junio de 2013
La vozdetrás del alarido Roberto Monzón: el poeta y el mito
Murió tres años
después de haber ganado el primer premio de poesía de los Juegos
Florales de Quetzaltenango. Para que el libro con el que participó
llegara a tiempo, vendió su sangre, y con el dinero que le dieron
agarró camino. A lo largo de su vida escribió una veintena de
poemarios que él armaba y publicaba a través de sus selloseditoriales: las
Ediciones clandestinas y Ediciones de la doble cercha. Algunos de esos
ejemplares todavía sobreviven en las bibliotecas de gente que lo
conoció y lo define como un poeta encantador, un escritor compulsivo,
un militante incomprendido, un sobreviviente al que finalmente le ganó
el alcohol y la angustia, y que dejó un baúl lleno de textos que
merecen revisión y rescate.Por Vania Vargas
Habrá
sido en junio de 1989, ese día, a las 6 de la tarde, se cerraba la
recepción de las obras que participarían en los Juegos Florales
Centroamericanos, México y Panamá que convocaba anualmente la
Municipalidad de Quetzaltenango. A la puerta del poeta quetzalteco
Héctor Rodas Andrade, llegó Roberto Monzón. Llevaba prisa, recuerda
Rodas, quería que lo acompañara a la Casade la Cultura porque temía que
hubieran cerrado la recepción de trabajos, y confiaba en que si él
intervenía, todavía podían aceptar el suyo. Mirá, le dijo, y le enseñó
el brazo, fui a vender sangre para poder venir. Los poetas llegaron a
tiempo, Monzón entregó el sobre en el que iba el poemario “Ciudadando
laberintos” que en septiembre de ese mismo año ganó el primer lugar,
entre 68trabajos participantes. Un libro que hablaba de la ciudad, la
calle, la noche, el ruido, la soledad y el miedo. Que marcaba un camino
de vuelta desde esa ciudad hacia el encierro que bien podría ser la
casa, el sueño, el albergue que representa el hombre mismo, su propio
interior. Una ciudad que es un ser vivo, como él, al que recorren
diariamente, como perros, la angustia y el miedo. Una ciudadque no es
más que un laberinto que se ha vuelto habitable a fuerza de no encontrar
la salida.
Lo que sucedió la noche que recibió el premio está borroso en la
memoria de quienes lo acompañaron, ya sea por el alcohol que corrió
entonces, o por el tiempo que ha transcurrido. Se sabe que viajó junto
a su madre, porque así lo testifica una fotografía que guarda el
escritor Carlos RenéGarcía Escobar, uno de sus grandes amigos, con el
que
coincidió sorpresivamente en Quetzaltenango, pues había sido jurado
calificador en la rama de cuento. Después del protocolo se fueron a
pasar la noche al restaurante Los pollos, cuenta García. Allí llegaron
los escritores de la ciudad con quienes celebraron la primera
publicación no artesanal de la poesía de Monzón. Él y el poeta
amanecieronen la calle, y casi tuvieron que irse directamente desde el
lugar donde se encontraban para la Biblioteca de la Casa de la Cultura
donde seguía la actividad literaria entorno a los ganadores del
certamen. ¿Sabía usted que Monzón vendió sangre para viajar a
Quetzaltenango a entregar el libro que ganó el premio? Le pregunto a
García. No lo sabía, respondió, pero no me extrañaría, escasamentetrabajaba, nunca tenía mucho dinero.
Retrato de poeta con ángel y demonio
Roberto Monzón nació el 16 de diciembre de 1953. De acuerdo con uno
de sus allegados, el cineasta Sergio Valdés Pedroni, fue en la Costa
Sur, en algún lugar de Escuintla. Otro de sus amigos, Gustavo Diéguez,
opina que fue en Huehuetenango. “Lo cierto es que no se sabía casi nada
de su familia”, afirma Ileana...
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