vapiross

Páginas: 212 (52838 palabras) Publicado: 23 de noviembre de 2013
LISA JANE SMITH

SERIE DIARIOS VAMPÍRICOS, Nº 02

CONFLICTO

Uno
—¡Damon!
Un viento helado azotó los cabellos de Elena contra su rostro,
tirando de su fino suéter. Hojas de roble se arremolinaban
entre las hileras de lápidas de granito, y los árboles hacían
entrechocar las ramas frenéticamente. Elena tenía las manos
heladas, los labios y las mejillas entumecidos, pero se
mantuvodirectamente de cara al aullante viento, gritándole:
—¡Damon!
Aquel tiempo era una exhibición de su Poder, destinada a
ahuyentarla. No funcionaría. La idea de ese mismo Poder
vuelto contra Stefan despertaba en su interior una furia
abrasadora que ardía en oposición al viento. Si Damon le
había hecho algo a Stefan, si Damon le había hecho daño...
—¡Maldito seas, respóndeme! —chilló a losrobles que
bordeaban el cementerio.
Una hoja seca de roble que parecía una marchita mano
morena avanzó a saltitos hasta su pie, pero no hubo
respuesta. En lo alto, el cielo era gris como cristal, gris como
las lápidas que la rodeaban. Elena sintió que la ira y la
frustración le escocían en la garganta y hundió los hombros.
Se había equivocado. Damon no estaba allí, después de todo;
estabasola con el viento que aullaba.
Giró... y lanzó una exclamación ahogada.
Estaba justo detrás de ella, tan cerca que sus ropas le rozaron
cuando se dio la vuelta. A aquella distancia, debería haber
percibido la presencia de otro ser humano allí parado, debería
haber notado el calor de su cuerpo o haberle oído. Pero
Damon, por supuesto, no era humano.
Se echó hacia atrás un par de pasos antesde poder
controlarse. Todos los instintos que habían permanecido en
silencio mientras gritaba a la violencia del viento le
suplicaban ahora que huyera.

Cerró los puños.
—¿Dónde está Stefan?
Una línea apareció entre las oscuras cejas de Damon.
—¿Stefan qué?
Elena se adelantó y le abofeteó.
No había pensado hacerlo antes de hacerlo, y luego apenas
pudo creer que lo había hecho. Pero fueun bofetón potente y
seco, dado con toda la fuerza de su cuerpo tras él, y torció el
rostro de Damon hacia un lado. La mano le ardía. Se quedó
allí quieta, intentando calmar la respiración, y le observó con
atención.
Iba vestido como le había visto la primera vez, de negro.
Botas blandas negras, vaqueros negros, suéter negro y
cazadora de cuero. Y se parecía a Stefan. No comprendía
cómo nose había fijado en ello antes. Tenía los mismos
cabellos oscuros, la misma tez pálida, el mismo inquietante
atractivo. Pero sus cabellos eran lisos, no ondulados, los ojos
eran negros como la medianoche y la boca era cruel.
Volvió la cabeza lentamente para mirarla, y Elena vio
enrojecer la mejilla que había abofeteado.
—No me mientas —dijo con voz agitada—. Sé quién eres. Sé lo
que eres.Mataste al señor Tanner anoche. Y ahora Stefan ha
desaparecido.
—¿De verdad? —¡Sabes que sí! Damon sonrió y a
continuación apagó la sonrisa instantáneamente. —Te lo
advierto: si le has hecho daño... —Entonces, ¿qué? —repuso él
—. ¿Qué harás, Elena? ¿Qué puedes hacer contra
mí? Elena se quedó callada. Por primera vez, reparó en que el
viento se había apagado. El día se había vueltosepulcralmente silencioso al-rededor de ambos, como si
estuvieran inmóviles en el centro de algún gran círculo de
poder.
Parecía como si todo, el cielo plomizo, los robles y las hayas
moradas, el mismo suelo, estuviera conectado a él, como si
absorbiera Poder de todo ello. Permanecía parado con la
cabeza ligeramente echada hacia atrás y los ojos insondables
y llenos de extrañas luces.
—No lo sé—musitó la muchacha—, pero encontraré algo.
Créeme.

Él rió de improviso, y el corazón de Elena dio un vuelco y
empezó a palpitar con fuerza. Dios, era hermoso. Apuesto era
una palabra demasiado pobre y gris. Como de costumbre, la
carcajada sólo duró un instante, pero incluso cuando sus
labios se serenaron dejó un vestigio en sus ojos.
—Te creo —respondió, relajándose mientras paseaba la...
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