VARIANTE DE CAPERUCITA ROJA
CAPERUCITA VERDE
A orillas del río, entre la umbrosa espesura de los robles que daban comienzo al bosque, hace muchos, muchos años, vivía una niña a la que todos conocían por el nombre de Caperucita Verde, porque su abuelita, que siempre estaba enferma, le había cosido con sus pálidas y delicadas manos una caperuza de juncias que tenían el suave matiz glauco de los ojos de la niña.
Un díaque Caperucita se disponía a visitar a su abuelita, su madre le gritó desde el balcón:
-¡Caperucita Verde!: ¡que olvidas el tarro de menta para tu abuela...!
Como otros días de primavera, Caperucita volvió y salió corriendo, corriendo, hasta que se halló en mitad del bosque. Y, allí, como otros días, se entretuvo mirando, oliendo, escuchando y hablando a cuantas florecillas encontraba. Afalta de sus preferidas, las peonías y las crucíferas, dijo a una amapola:
-Amapola sola, voy en busca de las verdes olas.
Dijo a un pensamiento:
-Pensamiento, que mi parra siempre esté verde, nunca sea sarmiento.
Dijo a:
-¡Huy! ¡Qué flor más rara! ¿Cómo te llamas?
Había topado con una especie de cogollo negro brillante al que rodeaban verdinosos filamentos. Era la nariz dellobo, que acechaba a Caperucita tumbado entre los ásaros, porque había observado que la niña gustaba de juguetear con las mariquitas que posaban en las arriñonadas hojas.
-Soy quien temes y quien esperas, Caperucita. Me llaman Lobo y...
Las últimas palabras de la bestia se perdieron por los rincones del bosque, porque Caperucita salió corriendo y corriendo al recordar las palabras de suabuela:
-No te detengas nunca en el bosque, y menos si cae la tarde. Y, por encima de todo, Caperucita, nunca prestes oídos al lobo: es pérfido y embaucador... Nunca, Caperucita, nunca, o te perderá: no volverías a ser la que eres o morirías...
Una tarde de final de mayo, de regreso a casa tras haber llevado a la abuelita un cocimiento de hierbabuena, Caperucita decidió dar un rodeo paraentrar en la era que lindaba con el bosque. Le gustaba tenderse sobre el trigo joven, aspirar el olor de la mata de albahaca que en el límite del campo crecía, seguir el vuelo de las golondrinas en el azul que se teñía de púrpura.
Un gemido la detuvo junto a la Loma de los Árboles Eternos, llamada así porque en ella daban sombra tres árboles centenarios, más viejos aún que la abuela y que la abuelade la abuela: un ciruelo, un pino y un bambú, regalo, según una añeja leyenda, de no sé qué rey de la China.
Detrás de los troncos, un rayo de sol tamizado de esmeralda hería la cerviz del lobo, que estaba sentado sobre sus cuartos traseros llorando.
Pudo más la curiosidad de Caperucita que el miedo. Se aproximó y dijo al animal:
-Yo creía que los lobos aullaban a la luna llena. ¿Por quélloras?
-Hay muchas cosas que no sabes de mí –respondió Lobo sin sobresaltarse, pues estaba esperando a la niña-. Lloro por lo descortés que fuiste conmigo el otro día.
Lobo volvió la cabeza hacia Caperucita. La niña quedó atrapada en una rara estupefacción al ver que tras las lágrimas, en medio de los amarillentos iris de la fiera, las pupilas tan pronto eran redondas como igual deestrechas y verticales que las de los gatos y algunos reptiles.
-¿Qué cosas tendría que saber? –dijo al fin Caperucita sobreponiéndose a la fascinación que sobre ella ejercía la mirada de Lobo.
-Siéntate junto a mí y hablaremos, jovencita –respondió el lobo.
Del ciruelo saltó entonces una calandria:
-No escuches al lobo, Caperucita, márchate.
-Vete, niña, vete –dijo un ruiseñor queestiraba las alas en lo alto del pino.
El hocico de Lobo se arrugó mostrando los dientes:
-Callaos, pajarracos, o me las pagaréis.
-Recuerda lo que siempre te dice la abuela –era la voz de un verderón que se posó en el bambú.
Caperucita, alertada, echó a correr y correr, y no se detuvo hasta llegar a su casa.
Aquella noche, Caperucita no pudo dormir tranquila. Una y otra vez, entre el...
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