varios
Empuñó el instrumento con decisión, observó nuevamente aquel temeroso semblante, apretó los labios y, poco a poco, su brazo trazó un arco en el aire hasta que la hoja afilada rasgó aquella piel morena, blanca como un jabón. Observó la hendidura, la sangre escurriéndose en hilillos viscosos y contuvo una exclamación. “Meestoy volviendo hombre” - pensó - . “Me estoy volviendo hombre”.
Después de algunos segundos de duda, repitió la operación: el brazo volvió a describir en el aire una línea curvada, la hoja de acero volvió a hendir con violencia en aquella carne irritada, ardorosa como una lengua de fuego. Observó aquellas facciones laceradas por el dolor, aquella mirada incolora y nerviosa y sintió que lo peorhabía pasado. “Por fin lo hice” - pensó - “Me estoy volviendo hombre”.
Escuchó un rumor de bisagras enmohecidas, dirigió la mirada hacia la puerta y encontró la delgada silueta de su padre, las palabras se sumergían en su cuerpo en un pozo sin fondo; entonces, olvidando el dolor y con vergüenza adherida a su piel dejó caer la maquinita de afeitar.
Mirar la luna Adela Basch
Una noche deverano sumamente calurosa, una noche de fines de diciembre, salí a tomar aire afuera de la cabaña que ocupaba temporariamente.
La noche era apacible y hermosa. A mi alrededor todo era quietud y en el aire flotaba un no sé qué extraño y fascinante. El cielo estaba totalmente despejado y me pareció un océano lleno de misterios.
De pronto, sin saber por qué, me dieron unas ganas bárbaras de mirar laluna. La busqué y la busqué con la mirada, y nada. No se la veía por ningún lado. Me puse un par de anteojos, y nada. Me los saqué, los limpié cuidadosamente, me los volví a poner... nada.
Recordé que tenía un potente telescopio portátil. Me pasé un rato largo mirando el cielo a través de su lente, pero la luna no aparecía por ningún lado. Ni siquiera opacaba por su presencia.
Nubes no había niuna. Estrellas, un montón. Pero la luna no estaba. Me fijé en el almanaque. Era un día de luna llena. ¿Cómo podía ser que no estuviera? ¿Dónde se habría metido? En algún lugar tenía que estar. Decidí esperar.
Esperé con ganas. Esperé con impaciencia. Esperé con curiosidad. Esperé con ansias. Esperé con entusiasmo. Esperé y esperé. Cuando terminé de esperar miré al cielo, y nada.
Cuando pudesobreponerme a mi decepción, me serví un café. Lo bebí lentamente. Cuando lo terminé de tomar la luna seguía sin aparecer. Me serví otro café. Cuando lo terminé de tomar ya había tomado dos cafés. Pero de la luna, ni noticias. Después del décimo café la luna no había aparecido y a mí se me había terminado el café. Paciencia por suerte todavía tenía.
Consulté las tablas astronómicas que siempre llevabaen la mochila. Eclipse no había. Pero de la luna, ni rastros. Volví a tomar el telescopio. Enfoqué bien, en distintas direcciones.
El cielo nocturno era maravilloso y, como tantas otras veces, me sorprendió mucho encontrar algo que no esperaba ver. Mucho menos en ese momento y en ese lugar. Ahí a lo lejos, entre tantas galaxias con tantas estrellas y tantos cuerpos desconocidos que se movían en elespacio había un pequeño planeta con un cartelito que decía "Tierra". Le di mayor potencia al telescopio y pude ver claramente que en la terraza de mi casa todavía estaba colgada la ropa que me había sacado antes de ponerme el traje de astronauta. Adentro, en el comedor, mi esposo y los chicos comían ravioles con tuco y miraban un noticiero por televisión. En ese momento justo estaban mostrandouna foto mía y el Servicio de Investigaciones Espaciales informaba que yo había alunizado sin dificultades.
Me tranquilicé y me quedé afuera, disfrutando serenamente de la noche, mirando todo con la boca abierta, absorta en vaya a saber qué, tan distraída como siempre, totalmente en la luna.
Mi casa. Pablo Olmedo. (Revista Puro Cuento Nº 14)
Cuando tenía ocho años fui desafiado por mi...
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