varios

Y resulta que...
“Eres consciente de que tienes unas orejas preciosas?”
Al igual que yo, había otra media docena de aburridos estudiantes
esperando en aquel corredor. Pero no hubo en ninguno de ellos señal de
haber escuchado lo que yo. Dirigí entonces discretamente mi mirada hacia
la ubicación potencial de la fuente y su fuerza me envolvió de inmediato
enmudeciendo un grito en mi garganta.Su cabeza era lo único que
sobresalía por el marco de la puerta. Él esperaba. El pánico me dominó.
-Creo haberme ganado por lo menos el privilegio de que me digas tu
nombre, -dijo al fin mientras me capturaba con un esbozo de sonrisa.
Olvidé instantáneamente la cita con el consejero, mis inquietudes sobre los
cursos electivos, las dudas sobre mi futuro profesional. Mi instinto me
exhortó aevadirme y obedecí sin objetar.
Solo me detuve al salir del campus, cuando ya no aguantó más mi
respiración. ¿Era realmente posible encontrar a alguien así? Él no podía
encontrarse más lejos de mis estándares de belleza, ni más cerca de la
perfección. La naturaleza se había ensañado con él y el resultado era
magistral. Una verdadera obra de arte. Piel cautivante, voz ronca, ojosindescifrables, una indiferencia casual en el cuello de su camisa sin
abotonar, espalda ancha, piernas musculosas, risa imantada, sentido del
humor deliciosamente ácido, y su tatuaje… porque sin duda tenía uno. Me
deleitó constatar que lo había descifrado por completo.
Quedé impregnada con su imagen. Se instaló tranquilamente en mí,
apropiándose sin reparo alguno del espacio reservado a mis prioridades,desplazando mis urgencias, remplazando mis otros pensamientos. No
dejaba entrever intención alguna de partir. Consciente de mi impotencia
para deshacerme de su recuerdo, decidí enfrentarlo, y regresé al corredor
aquel. Tal era mi anhelo por verlo de nuevo, que tuve la valentía suficiente
para tocar la puerta de su oficina. No hubo respuesta. Sin saber dónde
más buscarlo, regresé un sinnúmerode veces. La puerta continuaba
invariablemente cerrada.

Tausavite

1

Pasaron
las
semanas
y
aunque
continuaba
rondándome
indefectiblemente, comencé a convencerme de que el episodio del
corredor no había sido. Tenía que dejarlo atrás. Tenía que encontrar la
manera de evaporar ese hombre hermoso de mis fantasías.
Llevaba ya varios días concentrada en esa ardua tarea, cuando meinvadió
de nuevo el halo de su presencia.
-¿Por qué no me llamaste? -me murmuró en el oído.
-No tenía tu número de teléfono, repliqué saboreando su voz.
-Lo tenías. Te lo dí cuando nos conocimos. Ahora es irrelevante. Estamos
juntos.”
Su número de teléfono. Su número de teléfono. No me lo había dado,
nunca lo había tenido. Quería decírselo, hacerle saber que se equivocaba,
que de haber tenidoforma de contactarlo no habría invertido una cantidad
irracional de horas buscándolo. Preferí no desgartarme contradiciéndolo.
Vale la pena mencionar, sin embargo, que varios meses más tarde me
traicionó una risa secreta al encontrar en el fondo de mi bolso, en un trozo
de papel arrugado, su número de teléfono escrito con su singular
caligrafía.
Yo acababa de cumplir 24, él rozaba los 35.Yo empezaba a cursar una
maestría, él era un exitoso empresario. Yo me había mudado
recientemente a París, París era para él la base para sus viajes alrededor
del mundo. Yo tenía ojos solo para él, él estaba comprometido con una
mujer de Madrid.
Nos amábamos.
Ocho meses más tarde, nuestro amor era embriagante. Nuestra historia se
alimentaba de encuentros esporádicos. A pesar de losbrevísimos
momentos que pasábamos juntos, lo que sentíamos el uno por el otro no
paraba de florecer. Habría sido difícil clasificar nuestra relación dentro de
las categorías tradicionales, pero eso estaba lejos de ser un obstáculo
para nosotros. Todo era intenso, único, muchas veces ilógico e
inexplicable, y, por lo tanto, irracionalmente adictivo.

Tausavite

2

Recuerdo, por ejemplo, una...