varios

Era un sábado que yo habría preferido utilizar en otra cosa; pero cuando uno quiere a las personas las acompaña en las buenas y en las malas, así que esa razón me tenía un sábado cualquiera deoctubre en el Hospital de Yopal… ya saben todos como es allá no tengo que explicar más, el tiempo pasaba y pasaba, cada quien llegaba con sus achaques, las madres con sus bebes ardiendo en fiebre, laadolescente que piso un varilla y la traía en el pie, el preso que comió un objeto desconocido y custodiado por guardias del Inpec esperaba atención, las del accidente de tránsito, el de el dedo lastimadopor jugar fútbol esperando una cirugía menor, el joven coleador que cayó del caballo y una lista larga y creativa de cosas normales en una sala de emergencias.
…y pasaban y pasaban las horas de esperahasta que fuimos llamados a la sala de procedimientos, allí estábamos cuando entró un niño de unos 7 años en una camilla, moreno, crespo, asustado, confuso, vestía un pantalón color crema; no teníazapatos ni camisa, una gasa le cubría el costado izquierdo del pecho… allí tenía una herida de bala – la médica que lo acompañaba explicó que la herida con arma de fuego “hechiza” se había hecho acorta distancia y que el menor presentaba un fuerte dolor en el pecho, lo entregó a la médica de urgencias y esperó junto a la madre del menor que le respondía a tres policías que investigaban el casoreportado a la central por involucrar un arma de fuego.
La madre del niño quedo afuera con la Policía y yo por cosas de la vida quede adentro con el niño, le pregunte: ¿qué paso? Y entre sollozos merespondió y a la médica de urgencias que había salido a “mariscar” y el arma de su papá se había disparado… ¿mariscar? Dijo la médica – cazar, le dije, es cacería – ella dijo: no se de eso mariscar; ycon toda la paciencia, el carisma, el profesionalismo y el buen trato atendió, revisó al niño, le preguntó dónde dolía, destapó la herida y le explicó que le tomarían una foto del pecho y que eso no...