Varios
Escenas como la anterior ocurren con frecuencia. Para ahorrar esfuerzos al final provocamos daños quenos llevan a trabajar el doble o incluso más. Sólo cuando vemos el estropicio recapacitamos: “¡con lo fácil que hubiera sido abrir la otra puerta y sacar el plato con más seguridad!”
Detrás de lapereza se esconden, muchas veces, prisas y deseos de lograr resultados fáciles. Por lo mismo, si quitamos las prisas y si tenemos una actitud interior de sana prudencia y de disponibilidad alesfuerzo, lograremos no sólo que no caigan vasos (o relojes, o cuadros, u otros objetos de valor) sino que las cosas salgan un poco mejor en casa, en la oficina, con los amigos.
Recordar que la perezase paga caro nos lleva a buscar la actitud contraria: diligencia. Desde la misma podremos reflexionar con calma qué camino es más seguro, cómo coordinar nuestros movimientos, qué prevenciones hay queseguir para no dañar a otras personas. Nuestros ojos y nuestras manos colaborarán para que los gestos y las palabras sean adecuadas, para que los resultados se consigan con menos peligros y sinperjudicar a nadie.
De un modo tan sencillo, conseguiremos que ese “plus” de tiempo y de energías que ponemos en cosas pequeñas (traer un plato de la cocina al comedor) o en cosas grandes (comprar esteobjeto ahora o dejarlo para una mejor situación en la economía familiar) produzca un buen rendimiento. No perdimos tiempo, lo invertimos de un modo más inteligente y productivo.
No siempre, esjusto recordarlo, saldrán las cosas a la perfección: al abrir la otra puerta del armario a veces chocaremos con la esquina de un cuadro que descolocó un familiar inquieto. Las coincidencias llevan a...
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