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ensayo de la primavera
Luego de unos minutos el ambiente se pone tenso, ya no eran preguntas las que recibía, golpes llovían en la oscuridad. Elsilencio y mi estoicismo eran mi escudo, tu traición pedía a gritos que acabara con tu miserable vida, pero no podía, yo te amaba. Y es que te veíascompletamente feliz a mi lado, tus ojos jamás demostraron una cuota de falsedad, pero las pruebas estaban ahí, frente a mis ojos, seguía aún laimagen de aquellos dos amantes ese domingo por la tarde en que volví repentinamente de Buenos Aires, y te encontré perdida entre las sábanas con aquelhombre que reconocí por el olor a pintura impregnado en su piel, de tanto pintar mujeres desnudas con las que luego se acostaba, lista de la queprobablemente fueras partícipe. Sí, él, mi mejor amigo, a quien siempre repudiaste por su forma de vivir la vida, con quien te enfrentaste en duraspeleas por sus ideales revolucionarios. Tú una mujer de principios, conservadora, me engañaste con mi mejor amigo. Los golpes que recibí aquella nocheeran los zapateos de mi alma que no paraba de zamarrear mi consciencia, tambaleándome fui a mi habitación, saqué mi pequeña Taurus Milenium y medisparé en la cabeza. Lamentablemente el ángulo de disparo no fue el correcto, y hoy hablo desde el limbo de la vida, no puedo moverme, ni mucho menoshablar, deambulo en la brecha entre la vida y la muerte, atrapado en un sueño, del que quien si habrá retorno.
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