VELADURAS
Páginas: 43 (10576 palabras)
Publicado: 2 de abril de 2015
María Teresa Andruetto
A Josefina
¿Fui yo algo en alguna parte?
Dímelo, porque no tengo quien lo diga:
Ni madre, ni padre, ni memoria.
Horacio Castillo
CAPÍTULO I
Duración
80’02’’
Cuando vi a Gregoria se me vinieron encima los recuerdos y el
tiempo en que vivía mi padre y llegábamos aquí a pasar las fiestas
con mi abuela; las fiestas y también mi cumpleaños que es en febrero, para laépoca de los carnavales.
Llegábamos a San Salvador y ya antes de salir hacia Tumbaya se
me aparecía el silencio de los cerros. Hubiera podido andar con los
ojos cerrados, igual sabía que estábamos en La Quebrada, porque
el silencio se me metía dentro de los huesos y había como un olor a
melaza y a tamales por todas partes.
Mi abuela tocaba la quena y cantaba bagualas, pero eso era antes,
cuandomi hermana y yo éramos chicas y veníamos acá y mi papá golpeaba la caja y tocaba el charango. Le había quedado eso de cuando
era un niño, la música, que aquí es de la gente y es de todos.
Eso es algo que se le quedó adentro, doctora; como le queda a la
gente de acá, y después lo guardó para siempre, en el pecho lo guardó, y se fue para la ciudad, buscando con qué ganarse el pan.
Así fue que mipadre llegó a Córdoba y allá anduvo solo, de un
lado para el otro, sin casa y sin trabajo, haciendo un poco de todo,
changas más que nada, hasta que se casó con mi mamá y consiguió
ese trabajo de portero en la escuela que está pasando la costa del
canal, cerca de donde era antes nuestra casa.
Aunque se fue de aquí cuando era joven, un muchacho casi, a mi
padre se le quedó en el alma todo esto yquiso que nosotras guar-
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dáramos muy adentro la música de la Quebrada, las bagualas que
son como un lloro de estas piedras, y el amor a los colores de acá,
y a las cosas que tenía mi abuela, las cosas de adentro de uno, del
corazón, quiero decir. Es que, como digo, se le habían quedado en el
alma estos cerros, y nos dio eso a nosotras para siempre, porque no
sé a mi hermana pero lo que es a míme vino para no irse el amor a
esta tierra.
Veníamos con mi madre y con mi hermana y se nos amarraba el
mundo de mi padre y todo esto se hacía más grande cada vez. Casi
siempre llegábamos para el nacimiento del Niño, o unos días antes,
para la época en que se preparan los pesebres en las casas, y se
cubren las piedras con arpillera y después se esparcen con arcilla y
con ceniza, y los pastoresbuscan sus trajes. Pero también solíamos
venir en febrero, para carnavalear en las cacharpayas y para comer
empanadillas y beber agua de chuño.
Siempre era así, como le digo, todas las veces era así: veíamos el
nacimiento del Niño en el cerro y el pesebre que mandaba hacer el
cura de Susques que es el poblado que está más cerca, y mirábamos
a los pastores bajando el cerro, cabestreando las mulasbajo los
candiles, y a la Pachamama, Baltasar y San José, bien acomodados
en las laderas.
Después, cuando el Niño ya había nacido, mi abuela nos llevaba
hasta Susques a oír la misa. Eso nos gustaba, porque también en la
iglesia había música y nosotras teníamos el recuerdo de las bagualas
y de los huainos, y el sonido de las quenas y los charangos y de todo lo
que es de acá. Más amarrados tuvimosesos recuerdos que la memoria de mi madre y la de mis abuelos de Córdoba, más que ésa tuvimos
esta memoria y todo sucedió de esa manera porque mi padre así lo
quiso y a lo mejor porque lo quiso también así mi madre.
Gregoria también era de acá, sí que lo era, de aquí bien cerca, de
estos cerros, y cantaba con voz chillona que es como cantan aquí las
mujeres y nadie más canta en ninguna parte, esavoz como de grito
que tenía mi abuela y que tienen las mujeres acá...
Si me voy
pa’los cerros...
También a mí me gusta cantar, doctora, pero no tengo buena voz.
Me parece que es por eso, porque Gregoria cantaba, que las cosas
pasaron de ese modo entre mi padre y ella, que es como decir entre
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mi padre y este mundo que no se parece a ninguno. Digo esto porque
mi mamá no cantaba ni hacía sus...
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