versuch

—El Señor Presidente me telegrafió para que me pusiera a sus órdenes a efecto, señor, de
que nada le haga falta.
—¡Muy amable, mayor!
El vagón había quedado desierto en pocos instantes. Farfán sacó la cabeza por una de las
ventanillas y dijo en voz alta:
—Teniente, vea que vengan por los baúles. ¿Qué es tanta dilación?...
A estas palabras asomaron a las puertas grupos de soldados conarmas. Cara de Ángel
comprendió la maniobra demasiado tarde...
—¡De parte del Señor Presidente —le dijo Farfán con el revólver en la mano—, queda
usté detenido!
—¡Pero, mayor! ... Si el Señor Presidente... ¿Cómo puede ser?... ¡Venga... vamos... venga
conmigo... hágame favor... venga... permítame... vamos a telegrafiar!
—¡Las órdenes son terminantes, don Miguel, y es mejor que se estéquieto!
—Como usted quiera, pero yo no puedo perder el barco, voy en comisión, no puedo...
—¡Silencio, si me hace el favor, y entregue ligerito todo lo que lleva encima!
—¡Farfán!
—¡Que entregue, le digo!
—¡No, mayor, óigame!
—¡No se oponga, vea, no se oponga!
—¡Es mejor que me oiga, mayor!
—¡Dejémonos de plantas!
—¡Llevo instrucciones confidenciales del Señor Presidente..., yusted será responsable!...
—¡Sargento, registre al señor! ... ¡Vamos a ver quién puede más! Un individuo con la
cara disimulada en un pañuelo surgió de la sombra, alto como Cara de Ángel, pálido como
Cara de Ángel, medio rubio como Cara de Ángel; apropióse de lo que el sargento arrancaba al
verdadero Cara de Ángel (pasaporte, cheques,argolla de matrimonio —por un escupitajo
resbaló dedo afuera el aro en que estaba grabado el nombre de su esposa—, mancuernas,
pañuelos...) Y desapareció enseguida.
La sirena del barco se oyó mucho después. El prisionero se tapó los oídos con las manos.
Las lágrimas le cegaban. Habría querido romper las puertas, huir, correr, volar, pasar el mar,
no ser el que se estaba quedando —¡qué ríorevuelto bajo el pellejo, qué comezón de cicatriz
en el cuerpo!—, sino el otro, el que con sus equipajes y su nombre se alejaba en el camarote
número 17 rumbo a Nueva York.
Este fragmento pertenece a la novela “El Señor Presidente” escrita por Miguel Ángel Asturias y publicada en 1946. Miguel Ángel Asturias nació en Guatemala en 1899 y murió en Paris en 1974. Él fue un poeta, narrador,dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco considerado uno de los protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Se graduó de abogado en la Universidad de San Carlos, en Guatemala. Ahí participó en la lucha contra la dictadura de Estrada Cabrera, hasta que éste fue derrocado. En el año 1922 empezó escribir. Luego partió a Europa, donde vivió intensamente los movimientos ysucesos que la transformaban. Además estudió lingüística y antropología maya. Regresó a Guatemala en 1933. En 1966 ganó el Premio Lenin de la Paz y en 1967 el Premio Nobel de Literatura. Sus novelas y cuentos revelan una captación de la realidad en diversas maneras: la tragedia de las dictaduras, el mundo mágico del indígena y las tradiciones de Guatemala. Murió en Madrid el 9 de junio de 1974, pero susrestos reposan en el cementerio de Pere Lachaise, en París.
El fragmento a analizar se localiza en el capítulo XXXVIII del libro el cual tiene como nombre “El Viaje”. El capítulo comienza con la despedida de Camila y Miguel Ángel. Camila llora por su partida y le pide que por favor le escriba que no podrá estar tranquila sin saber que él está bien. Además le da recomendaciones como no hablar conextraños ni fiarse de nadie. Miguel Ángel la consuela en sus brazos y la tranquiliza diciéndole que si se quiere quedar allá, la mandará a traer. Luego el capítulo nos narra el recorrido de Miguel Ángel hasta el puerto donde se encontrará a Farfán, “el amigo que le debía la vida”.
Lo que Miguel Ángel Asturias se propuso fue describir: Las consecuencias de haber actuado en contra de la...