Viaje al reino de los deseos
I CAPITULO
rase una vez un titiritero flaco, de mediana edad y fantasioso que se creía máquina. La historia de su locura empezó un lunes ya tarde, en el teatro de Maese Pedro, después de lafunción. Esa noche, iluminado por llamaradas de luz, trabajaba a solas, escribiendo un libreto, cuando al llegar la media noche, los oídos se le llenaron de estruendos. Se levantó a investigar y losvio: entre los muñecos y los disfraces se encontraban los fantasmas de su delirio. Refería la lucha a muerte de un Caballero y un Dragón —inspirado en viejas pinturas religiosas— y, de pronto, el Dragóny el Caballero estaban ahí, a su lado, independientes del texto de ficción, como bichos dibujados que saltasen fuera del papel y cobrasen vida propia. El titiritero asistió al combate, sí, al mismocombate imaginario que describía cuando enloqueció. La bestia lanzaba fuego, el Caballero hendía la pica desde el caballo, tensas las piernas en los estribos, las riendas en la mano izquierda; perohombre y bestia luchaban despacio, casi levitando, como se mecen los disfraces colgados en las casas de los actores; y así, atacándose, salían de su irrealidad y entraban poco a poco al mundo terrenal.El ayudante de Maese Pedro habría podido tocar al hombre y a la bestia con las manos. El Dragón derramaba escamas a los pies del titiritero. Las escamas eran esquirlas de metal purpúreo. El Caballerotenía el yelmo abierto. Su mirada despedía las iras de la guerra. Por un segundo, el titiritero puso en tela de juicio lo que veía; pero no, aquellos seres no eran irreales, tenían cuerpo, cuerpometálico. El Dragón arrojaba fuego en torrentes lentos, casi fijos, como movidos por hilos. Desde el caballo, el jinete hería a la bestia por el flanco derecho. Los aleteos y el metal crepitaban con furiade inmortales. El Caballero exponía el pecho abierto y se le desprendían cables y circuitos integrados. El caballo era alto, blanco y de ojos tan tristes como los del Dragón. Encorvaba el cuello....
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