Viaje a la Costa Azul

Viaje a Antibes.

El primer día salimos a las doce con camino hacia Barcelona. Nos detuvimos en un café de carretera que kilómetros después, ya en territorio francés, íbamos a extrañar, pues la mujer que nos atendió estuvo muy presta a ayudarnos y todo el sitio era acogedor. Todo era conocido. Conservas de la región castellana, quesos y otros productos.

Una vez consideramos era la hora decomer, buscamos un sitio adecuado y nos desviamos de la ruta principal. Llegamos a una laguna no muy grande conocida como la Tranquera. En medio del paisaje natural abrimos nuestras viandas y comimos con bastante apetito. No sabíamos cuál era más Sancho Panza de los dos.

Avanzamos hasta llegar a Zaragoza y allí empezamos a plantearnos el lugar donde pasaríamos la noche. Buscamos durante unoskilómetros un sitio discreto en una población pequeña donde no perturbásemos la vida tranquila de los moradores con nuestra tienda de campaña.

Llegamos a Nuez del Ebro, antes de Lleida. Una vez allí y ubicados en un sitio que consideramos adecuado nos dispusimos a buscar donde beber algo y prepararnos para pasar la noche lo menos al aire libre que fuera posible. Optamos por abrir la puerta traserade la furgoneta y acomodar un sitio para descansar. Fue una noche con algún sobresalto, pues la inminencia de una tormenta me mantuvo alerta. Luego un grupo de jóvenes se aproximó en sus motos con más ruido de motores del que es preciso para conciliar el sueno. Muy al alba, cuando apenas se presentía el rubor del sol, ya estaba plenamente consciente y a punto de preparar todo para emprender denuevo el viaje, con la idea de no encontrar de frente la luz del sol y de sacarle provecho a ese nuevo día. Una vez emprendimos el viaje fue una ruta deliciosa la que encontramos, pues la carretera iba rodando a nuestros pies con suma suavidad.

Una vez habíamos detenido la marcha para reponer fuerzas, deseábamos encontrar un sitio pequeño, familiar, que suele haber en los pueblos de toda España.Pero fue todo lo contrario, el señor que manejaba el lugar nos recordaba personajes tétricos del cine o de la literatura por su mezquindad y esas características propias e inconfundibles con que nos dibujamos personajes como los del teatro francés del siglo XVII: el avaro, el personaje gruñón y encerrado en su pequeño mundo mental de prohibiciones y pequeños, diminutos repartos de poder.Sorteado este gigante Polifemo, seguimos hacia Barcelona, fue todo muy rápido. En segundos estábamos entrando por la Avenida Diagonal a la ciudad y nos pareció una estupenda primera impresión de una ciudad que se me hacia mezcla de muchos sitios conocidos y otros aún por conocer, era el calor imaginario de alguna ciudad brasileña; la cercanía al mar de Valencia; la acogedora familiaridad de una ciudadcolombiana; la arquitectura de medianos edificios, ostentosa y tan conservada que daba la impresión de estar dispuesta al paseante como un museo al aire libre.

Nos ubicamos en una modesta terraza cerca de la Sagrada Familia y nos sentimos bien acogidos, decidimos que era el sitio idóneo, sin embargo, preguntamos al dueño sobre la conveniencia de dejar el coche unos minutos frente al lugar. Surespuesta nos tranquilizó, así que partimos hacia la espléndida construcción modernista de Gaudí, tantas veces presente en el imaginario de cualquier turista que visita por primera vez Barcelona.

El monumento como tal sigue guardándonos algunos de sus secretos pues salimos bastante pronto después de tomar las fotos obligatorias y de recorrer a vuelo de pájaro el museo. Los alrededores parecíanrodeados de una romería que acudía a la iglesia con ansia de captar el espíritu de la ciudad y el arte de Gaudí en ese único edificio, por lo que nos sentimos agobiados y nos refugiamos enseguida en la terracita de nuestra llegada.

Reparadas nuestras fuerzas y con ánimos de continuar miramos en el mapa, preguntamos y partimos hacia la frontera, que no pensábamos alcanzar sin antes realizar una...