Viaje A Peru

Crónica de viaje. Perú 2011. Tato y panza

Pre arranque. 26/12/2010

Estancamos a la tardecita en el club Irigoyen. Pasamos toda la noche sin cenar tomando cerveza en la plaza. Conversando acerca de todo sin planear absolutamente nada. Como para coronar la jornada antes de ir a dormir decidimos dar la vuelta de la bajada por las afueras del pueblo. Paramos en una calle que da al horizontedonde sólo se oyen ranas y grillos, sin contar al perro que es parte del silencio, claro. De repente, porque fue de repente, una bala que por supuesto no alcanzamos a entender nos silbó el oído. Entendí un instante después mientras corría por la calle de luna llena y giraba para ver que Lucas, blanco de los pies a la cabeza, arrancaba peligro de raíz y se tiraba entero a la cuneta barrosa del final.Roberto estaba convencido de que le robaríamos algún cordero y/o quería probar puntería de carabina. El año terminaba, el viaje arrancaba, el verano también.

Viaje a Perú

Más pre arranque 27/12/2010

La noche anterior a la partida fue similar a las anteriores. Después de jugar mi único partido en el fulbito volví bañado al bar y a la plaza para despedirme de mi pueblo. Allí encontré todaesa gente amada que me deseó toda la suerte para la aventura (no saben la efectividad de tan puro deseo). Fui a despedirla, y al volver, cuando aclaraba ya el día de la partida, vi que todavía como un lucero del alba cual si fuera Valderrama, estaba vivo el bar y allí estaba Lucas con más botellas de birra encima que prendas en la mochila. Caminamos hasta casa acompañados por un equipazotrasnochador mientras asomaba la bola de fuego en el horizonte. Un abrazo y la suerte de cada uno.

Arranque 28/12/2010

Al ratito estaba Lucas parado a los pies de mi cama con la mochila puesta. Tomamos unos mates mientras esperábamos la llegada de Cano y el sapo que nos llevaron hasta la rotonda de Vedia. Allí quedamos parados a solas al igual que el año pasado cuando fuimos a Brasil, exactamente elmismo día, solo que esta vez sería a Perú y sin el Juanpi (Que lejos de “asentar cabeza” -como dirían los más pobrecitos- estaba de gira).
Rápido, antes de tragar semejante largada, llegó un gordito muy simpático que nos cargó en su auto rumbo a Arenales. Nos dejó en la rotonda. No habían pasado más de cinco minutos cuando para otro súper auto cuyo conductor conocía a Lucas y se agarraba lacabeza cuando escuchaba nuestra ausencia total de planes. No sólo nos entró a Teodelina sino que nos dejó en la puerta de la casa de nuestra amiga Estefanía que estaba solita. Eran las once de la mañana y el agua de la pile estaba fresca como la birra, limpia como la vida. Hicimos una comida sana y rica y luego de una placentera digestión nos acostamos en la cama de sus padres a dormir una siestitahasta las seis, seis y algo. La cosa había arrancado distendida.
Pasamos a visitar a Andrea, luego al negro que entre otras cosas nos acompañó hasta la ruta. Ya estaba cayendo la noche y el lugar no era el más indicado para el dedo porque los autos pasaban volando. No recuerdo si ya se nos había cruzado por la cabeza dormir en Teodelina cuando vimos que venía hacia nosotros una camionetadestartalada con un carro enganchado atrás (no lo va a tener enganchado adelante) cargados hasta el
tope de algo que no se alcazaba a distinguir. Existe una especie de regla que dice que cuanto más humilde el vehículo mayores posibilidades tenés de que te lleve. La camioneta tampoco parecía tener tan mal andar por lo que aun cabía la posibilidad de que nos deje, pero todas las dudas se dispersaron cuandovimos que lo que transportaba era pollo muerto. Nos subimos adelante. Manejaba una señora muy pero muy campera que nos preguntaba acerca del viaje y nos contaba que en su juventud ella había viajado del mismo modo hasta Río De Janeiro. A su lado viaja un viejo, su padre, que tenía pollo hasta en el sombrero. El olor pasaba de horrible a indescriptible pero el corazón era inmenso. Unos kilomtros...