¡Vicente, maldito enfermo!

¡Vicente, maldito enfermo!
FERNANDO PEDROZO

Fernando Pedrozo

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¡Vicente, maldito enfermo!
25 de Abril
El reloj de la casa marcaba las doce del mediodía.
Lucas leía un extraño poema de un cuaderno rayado, de esos que se llevan al colegio para registrar las notificaciones,
amonestaciones, observaciones, y todas esas cosas necesarias que se ahorran los maestros de decir a los padresde los
alumnos…
Los ojos de Lucas terminaron de leer, su mente no. Los poemas –había más de uno, eran de propiedad de Vicente, al igual
que el cuaderno, Vicente Víctor Callejón, amigo desde la infancia de Lucas, Lucas Stevan.
El poblado donde Lucas y Vicente vivían se llamaba Muelle del Ocaso, veinte mil habitantes, mansos, perezosos y
modestos algunos, envidiosos y ruines otros, en fin, gentesencilla por obligación, a ellos mismos. Era muy común oír
historias de engaños amorosos, como Robertito Luján, que amaba con locura a su mujer, y en cambio, su mujer amaba a la
locura, como amaba a los muchachos jóvenes. Las noticias volaban de tal manera que en un lapso de medio día, eran
conocidas por ambos extremos del pueblo; las personas más alejadas del centro –centro que contaba conuna iglesia, una
plaza de 6 bancos y una jefatura de policía- solían quedar empapadas por las noticias antes de la hora del almuerzo.
Muelle de Ocaso, lego su nombre de sus habitantes primigenios, la tribu aborigen conocidos por Sangre Negra, antiguos
ocupantes de estas tierras, que no solo cuidaron de ellas, sino también la bendicieron según sus costumbres.
También había un extraño pantano, yal menos decenas de historias de muertes violentas –de ahogados y desaparecidos-,
como también apariciones fantasmagóricas, se contaban entre la gente del pueblo.
En las tardes de cielo despejado, el sol, con sus rayos como brazos cansados, atravesaba el follaje
de la arboleda penetrando sus obscuras aguas, provocando un espectáculo de ensueño, donde las
infinitas partículas de moho, los pecesque allí había y la tenue luz solar creaban un juego de luces
y brillos que acompañaban al suave movimiento del agua, algo increíble.
Contaban los más viejos del pueblo que por las tardes los aborígenes se acercaban a este pantano
-más bien conocido como “Pantano del Muerto” por los pueblerinos- cuando el sol se posaba en
el horizonte, y comenzaban su ritual, encendiendo tres imponentesfogatas.
La primera de ellas, era para honrar la “Prosperidad”, la segunda, para honrar la “Valentía y la Responsabilidad”, y la
tercera era para “El muerto del Pantano”, para venerarlo, solicitando su protección divina. Y así también cuentan, que por
la profunda fascinación que aquel espectáculo natural les producía, los mismos aborígenes resolvieron construir un gran
muelle y pintarlo íntegramentede negro –utilizando el mismo musgo del pantano- para si, poder apreciar en todo su
grandeza aquella conjugación de matices y tonalidades maravillosas que en el ocaso se sucedían. Si bien el muelle ya no
existe, el nombre del pueblo nunca pudo ser otro.
El aspecto cotidiano que tenía aquel pantano era aterrador, se imponía como un gigantesco monstruo, cubierto de algas y
raíces secas, eltiempo y la dejadez lo fueron dotando de características aterradoras.
Tal era la impresión que causaba en los extranjeros de la capital, que cuando decidían visitar a familiares o llegarse por
simple recreación hasta Muelle del Ocaso, evitaban el pantano.
Por las noches de invierno, la temperatura descendía mucho, hasta los catorce grados en algunas ocasiones, y por las
mañanas, volvía a elevarsea unos veintitrés grados nuevamente, así hasta octubre, que era cuando el calor se hacía sentir,
para volver al frío y las penumbras para fines de Febrero.
Lucas miraba el almanaque de Bárbara Streisand, 25 de Abril, pronto llegarían los fantasmas del invierno crudo y aguado –
llovía copiosamente en invierno-, todo Muelle del Ocaso se humedecía por completo. El viento correteaba entre los...