Vida masónica

Vida Masónica
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Año II Núm. 2 Madrid, Abril, 1927 SUSCRIPCIÓN: Bspaña 7 ptas. por año. Extranjero. 9 -

LAS DOS VICTORIAS
El caudillo, bizarro y animoso, .«e pone al fíente de su tropa y lucha hasta vencer. Sobre el campo de batalla qnedan los cadáveres de hombres y de bestias confundidos. El caudillo ganó la batalla; suya es la victoria. Todo fué cosa de un momento.

.tL-'> madre, con su amoroso heroísmo, alimentij y ci)ida a sil hijo. Le inicia en los primeros pasos. I>e enseña las primeras letras. Le acompaña y guía liasta que el niño puede '4ol)ernarse por sí. El luchar de la madre es penoso, lento y desigual: pretende! librar a su hijo del ataque fiero de todo un mundo que ciegamente pelea sin descanso ni sosiego. liste desesperado vivir de la madre esduro, silencioso y de abnegación inmensa. Al fin, la vM-dadera heroína de la Humanidad hace llegar a su hijo hasta las primeras filas de los hombres. Entonces la madre ve conseguida su victoria, [)ero ya está decrépita; pasaron años? que la hicieron anciana, dejáiidola sin energías ni aun para llegar hasta su hijo y abrazarlo.

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El caudillo gan? la batalla y se hace dueño de un terreno cubierto deblasfemias y dolor. El caudillo vive y disfruta su victoria. La madre cae olvidada en el ocaso de su vida, cuando

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entrega a la sociedad a un hombre sano, fuerte y capaz, porque los hombres más sanos, más fuertes j más capaces suelen ser aquellos que tuvieron una m a d r e que los supo guiar hasta colocarlo» en el campo glorioso de la vida y del amor.
CMligaeiórj.

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Carta a un Compañero Masón
Querido Hermano ***: Vuestro amor al estudio y la manera justa de cumplir los d e b e r e s que habéis contraído os han hecho merecedor de subir las cinco gradas del segundo tramo de la escaleta que cotiduce a la meta de vuestras aspiraciones. Allí os (intregaron las herramientas con que poder alcanzar la Inteligencia, la Rectitud, el Valor, la Prudencia yla Filantropía, para que ntia vez pui'iücado del vicio que antes os envolvía y de las preocupaciones que os ataban podáis demostrar que sois un h o m b r e regenerado. La servil condición en que vivíais en el mundo profan. en donde gener;dinente se tiene dormido el sentimiento de dignidad, os atrajo hacia el átigulo que os Avvr de punto luminoso para cotiocer a los explotadores (ie la Humanidad,que son los que coiis|)iran contra ella imponieinJo una Educación coii tnira.s a destruir el sentimietito (pie sólo geimina en el corazón de los buenos y sabios. Cuando se llegü a la adquisición de este coiiocimiento es justamente cuando el humano puede exclamar: Soy un Homb r e porque no creo nada sin que me lo pruebe un examen previo, ni admito que nadie, ¡nadie!, [)ieiise y obre por mí ;'qnello(pie yo debo pensar y hacer.

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Bendita sea la duda que peneti-ó en vuestro espíritu haciéndoos abjurar de todo cnanto choca con la Razón y repugna la naturaleza de las cosas, esa Verdad de que queréis ser su mejor defensor. Vuestra decisión recuerda a nuestro Gran Maestro, discípulo de los Esenios, Juan Bautista, que murió por haber proclamado la verdad. Imitadle, pues, ensu honor, su talento y sus virtudes. ¿Habéis reparado, Hermano, en el centro del triángulo que hay en el frontispicio del Templo? Está grabada la inicial del emblema del Gran Geómetra del Universo, y de su Genio Creador. ¿Os dará ella acaso la luz necesaria para poder encontrar a Dio.s? Buscad y encontraréis la luz que ilumine vuestro camino. También enti-a en vuestra posesión la ciencia de losnúmeros; apiovecliadla. En la Unidad que no es número, según demuestran la.s Matemáticas—radica el gei'men de todos los núiiKíros. El número cinco, que se dedica a vuestro grado, es el que reúne ai primer par y al primer impar, y fué el número favorito de la madre de los dioses. Supongo que si un día os decidís a moveros de la superücie de la Tierra, donde os encontráis, para trasladaros al...