vidas anteriores
EXPERIENCIAS VIVIDAS EN VIDAS ANTERIORES
Se ha tomado la decisión Este libro es mi pequeña contribución a la
investigación en el campo de la
parapsicología, sobre todo en la rama que se
refiere a nuestras experiencias antes del
nacimiento y después de la muerte. Cada pal
abra de lo que aquí se
va a contar es
cierta. No he agregado nada y sólo he eliminado
las partesrepetitivas. He alterado
ligeramente la identidad de Catheri
ne para respetar su intimidad.
Me llevó cuatro años decidirme a escribir
sobre lo ocurrido, cuatro años reunir valor
para aceptar el riesgo profesional de re
velar esta información, nada ortodoxa.
De pronto, una noche, mient
ras me duchaba, me sentí impelido a poner esta
experiencia por escrito. Tení
a la fuerte sensación de que era el momento correcto, de
que no debía retener la información por más
tiempo. Las lecciones que había aprendido
estaban destinadas también a otros; no me
habían sido dada
ara
que las mantuviera
en secreto. El conocimient
o había llegado por medio de Cat
herine, y ahora debía pasar
a través de mí. Comprendí que, de cuantas
consecuencias pudiera sufrir, ninguna sería
tandevastadora como no compartir el conocimi
ento adquirido sobre la inmortalidad y el
verdadero sentido de la vida.
Salí a toda carrera del baño y
me senté ante mi escritorio
, con el montón de cintas
grabadas durante mis sesiones con Catherine.
En las horas de la madrugada, pensé en
mi viejo abuelo húngaro, que había muerto durant
e mi adolescencia. Cada vez que yo
confesaba tener miedode correr un riesgo, él
me alentaba amorosamente, repitiendo su
expresión favorita en nuestro idioma: «¿
Qué diablos? —decía, con su acento
extranjero—, ¿qué diablos?»
Así ocurrió con Catherine. La conocí en 1980,
cuando ella tenía veintisiete años. Vino a
mi consultorio buscando ayuda para su ansi
edad, sus fobias, sus ataques de pánico.
Aunque estos síntomas la
acompañabandesde la niñez, en el pasado reciente habían
empeorado mucho. Día a día se encontraba
más paralizada emocionalmente, menos
capaz de funcionar. Estaba aterrorizada
y, comprensiblemente, deprimida.
En contraste con el caos
de su vida en esos momentos, mi existencia fluía con
serenidad. Tenía un matrimonio feliz y es
table, dos hijos pequeños y una carrera
floreciente.
Desde elprincipio mismo, mi vida pareció
seguir siempre un camino recto. Crecí en un
hogar con amor. El éxito académico se present
ó con facilidad y, apenas ingresado en la
facultad, había tomado ya la decisión de ser psiquiatra.
Me gradué en la Universidad de Columbia,
Nueva York, en 1966, con todos los
honores. Proseguí mis estudios en la escuel
a de medicina de la Universidad de Yale,donde recibí mi diploma de médico en 1970.
Después de un internado en el centro
médico de la Universidad de Nueva York (Be
llevue Medical Center), volví a Yale para
completar mi residencia como psiquiatra
. Al terminarla, acepté un cargo en la
Universidad de Pittsburgh. Dos años después me
incorporé a la Universidad de Miami,
para dirigir el departamento Psicofarmacológi
co. Allí logrérenombre nacional en los
campos de la psiquiatría biológica y el abus
o de drogas. Tras cuatro años fui ascendido
al rango de profesor asociado de psiquiatría
y designado jefe de la misma materia en un
gran hospital de Miami, afiliado a la unive
rsidad. Por entonces ya había publicado
treinta y siete artículos científicos y estudios de mi especialidad.
Los años de estudiodisciplinado habían adiestr
ado mi mente para pensar como médico
y científico, moldeándome en los senderos estrec
hos del conservadurismo profesional.
Desconfiaba de todo aquello que no se pudier
a demostrar según métodos
ientíficos
tradicionales. Tenía noticias de varios es
tudios de parapsicología que se estaban
realizando en universidades importantes de t
odo el país, pero no me llamaban...
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