Village Life
Toco Rosas
Y dejé atrás un millón de lágrimas
mi dama de los Pesares Varios
implorados algunos, prestados otros, robados otros
reservados otros para mañana.
-Nick Cuve
Hay quienes viven cada dÃa como si del último dÃa de su vida se tratase. Los hay que
contemplan el amor de modo similar, en un intento desesperado por eludir aquellos cambios,
sean estos Ãnfimos obien descomunales, que en todo momento se ciernen sobre cada uno de
nuestros horizontes. Pero el sentimiento de apremio que surge de nuestro deseo de
experimentar la vida y el amor al máximo puede precipitar la toma de determinadas
decisiones, que no siempre resultan las más idóneas para quien las toma, ni para aquellos a
quienes afectan, todo hay que decirlo. Es más, en ocasiones,enfrentarse a las consecuencias
de las elecciones de cada uno puede resultar fatal, más incluso que la muerte. Tal vez
sólo se viva una vez, pero no siempre tiene uno por qué desear sentir esa vida como eterna.
Scarlet Kensington sabÃa muy bien lo que la aguardaba cuando franqueó la entrada de
Hawthorne High y se vio embargada, de pronto, por un aroma floral nauseabundo y
dulzón: el mismoque solo se percibe en la habitación de un hospital o en el tanatorio.
âSan ValentÃn âsuspiró, en parte de alivio, en parte de temor.
Conforme se dirigÃa a la taquilla, no pudo zafarse de la fragancia lacrimógena que
emanaba de las mesas de la cafeterÃa, devenidas ahora en tenderetes de flores apostados
cual garitas militares en cada pasillo, en cada rincón, en cada resquicio.
Losalumnos vendÃan «amor» por ramos. El hecho de que la finalidad de todo aquel
montaje fuese la recaudación de fondos era lo único que hacÃa algo más pasable tanto
mercadeo.
Ellas guardaban cola y compraban la rosas blancas para regalar a sus amigas, y ellos se
hacÃan con las de color rosa, más que nada a fin de no exponerse demasiado ante sus
destinatarias, o mejor dicho, ante sus«colegas». Las de este color venÃan a ser para ellos
poco más o menos que un sustituto de las acostumbradas y rancias rosas rojas.
Exceptuándose, claro está, el ramillete de chicos chapados a la antigua y matriculados en
la rama de empresariales, porque a decir verdad las rosas rojas parecÃan ya ligadas de
forma indisoluble a los anillos de graduación y broches de pedida.
Antes que unafestividad, San ValentÃn se habÃa convertido en algo asà como otra
temporada más, y, al igual que Navidad o Halloween, parecÃa adelantarse más y más con
cada año que pasaba. Hasta ahora, Scarlet habÃa optado por ignorar la celebración, que
consideraba una más de las irritantes y exacerbadas engañifas del marketing. Ni ella ni su
novio, Damen, necesitaban un dÃa señalado paradeclararse su amor e intercambiar tarjetas
o cualquier cursilerÃa, al menos eso habÃa pensado ella siempre.
Con todo, sus enconados sentimientos hacia la celebración eran ahora más tenues. Incluso
el aroma a flores baratas le resultaba algo menos ofensivo este año. Se trataba de una
costumbre adorable, después de todo, y muy a su pesar habÃa acabado por reconocerle cierto
mérito. Hasta sesentÃa dolida, aunque poco, todo hay que decirlo, por el hecho de que
Damen no tuviese intención de abandonar la universidad para pasar unos dÃas con ella,
pero este año Scarlet tenÃa otra razón para participar en aquella celebración del amor.
Fuere como fuere, tras un largo dÃa saturado de chicas que gritaban de emoción, se
abrazaban a sus amigas con ataques de risa tonta, o seencerraban a llorar en el aseo,
Scarlet estaba dispuesta a afrontar la última clase de la jornada. Embutió sus cosas en
la taquilla y sacó el libro de texto de AnatomÃa en el mismo momento en que sonaba el
timbre. Se dirigió al aula, y, comoquiera que sus compañeros andaban histéricos comprando
rosas, fue una de las primeras en llegar. En el laboratorio, el perfume a flores sumado al...
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